lunes, 11 de julio de 2011

La precisión del cirujano

A muchos les fascina la historia, a otros el fútbol, la radio, la música, su trabajo, el cine, viajar, las culturas antiguas, los secretos del macramé o el mundo de los insectos. A mi, desde siempre me ha cautivado la expresión de una idea con la precisión de un reloj suizo. Si, ya se que es curioso, pero no lo puedo evitar. Me resulta fascinante el uso de las palabras para extraer cuidadosamente un concepto a la luz, como si fuera un afilado bisturí cortando limpiamente lo accesorio y extrayendo lo esencial de forma limpia. Veo en esto en ello un don especial, tremendamente inusual y de una potencia arrolladora. Porque explicar una idea compleja con facilidad y en pocas palabras me parece como pintar un cuadro. Porque hacer comprensible y sencillo lo que está enredado y confuso tiene la recompensa de poder entender un concepto oscuro y el premio extra de contemplar la belleza de la explicación, que toma entidad propia y se hace disfrutable en sí misma.
Reconozco esa capacidad muy rápido, ya que son años cultivando esta aficción. Como el que adora los libros antiguos y en cuanto puede se escapa por viejas librerías. O como el que cultiva la pasión por el universo y está al tanto de los movimientos de las estrellas y la trayectoria de los asteroides.
Esta aficción me ha llevado a encontrarme en ocasiones con personas que realizan, en momentos concretos, esa cirugía perfecta con las palabras. Pero lo inusual es que he descubierto a alguien en quien se manifiesta este don de una forma particularmente extrema, ofreciendo un auténtico recital de precisión. Y lo cierto es que me sorprendió porque la idea que tenía de esa persona no correspondía en absoluto con alguien cercano, entendible y preciso. Descubrí por tanto, una vez más, que esa idea no era mía, sino impuesta desde el exterior por algún interés concreto. Así que no te extrañes cuando te diga quién es, ni tires el PC al suelo, ni grites "¡¡tu calavera!!" al pronunciar su nombre en alto.
Se trata de Joseph Ratzinger, actual Papa Benedicto XVI.
Es normal que no me creas, ya que nos hemos convertido en macetas humanas en donde otros cultivan ideas desde el exterior. Y somos regados a diario. Y muchas de estas ideas responden a un interés y no a una realidad. Pero cualquiera que se atreva a comprobar si esa imágen cultivada sobre Joseph Ratzinger es falsa, se convencerá bastante rápido de que lo es. El método es bastante sencillo, y no tienes que salir de este blog para comprobarlo.
A partir de hoy y con cierta frecuencia crearé una serie de entradas que intentarán mostrar lo que te estoy contando. Creo de verdad que te sorprenderás. Por la cercanía, por la sencillez, por la franqueza y por la precisión. La precisión del cirujano.