martes, 20 de octubre de 2015

la homosexualidad alienígena

Cuando era pequeño recuerdo haberme hecho en algunas ocasiones una inquietante pregunta:
¿y si todos los demás habitantes de la tierra son alienígenas menos yo?
Cada persona que me cruzo por la calle, cada compañero, profesor o familiar. ¿Y si todo el mundo fuera consciente de esta situación?
Durante un rato me sentía habitante solitario en el universo. Raro, único y un poco acorralado.
Curiosa la imaginación infantil.
Hace un tiempo que reconocí de nuevo esa sensación: en el trabajo, caminando por la calle o viendo la televisión. Me ocurre siempre que se habla de la homosexualidad.
En cualquier conversación, en cualquier serie de televisión, en una película, en un debate, un reality show, un café con compañeros... en cuanto sale este tema, la piel de las personas a mi alrededor se torna sintética, de un color irreal, de un tono suavemente aceitunado. Los globos oculares de la presentadora del noticiario parecen ser un postizo que esconde detrás otros más grandes y grisáceos. Los movimientos de los contertulios televisivos empiezan a ser menos naturales, como de una especie extraña...

Como todo esto no es posible (...espero), entiendo que esto me ocurre al sentir que mis pensamientos no los comparte nadie... o casi. Una especie de sensación de aislamiento mental.
Es como si los habitantes de la tierra flotaran en una especie de enajenación global apoyada solo en argumentos sentimentales y palillos en el aire, tratando de compensar un sufrimiento injusto a través de la historia y ciertas culturas.

Hay una cosa que puedo decir sobre este tema con total seguridad:
1 - los homosexuales han de ser respetados como cualquier persona. No son peores ni mejores que cualquier otro ser humano debido a su condición.

Pero también puedo decir algunas otras cosas con certeza:
2- El respeto profundo a una persona no implica estar de acuerdo con ella. El respeto nace de la dignidad que todo ser humano atesora en su esencia. Sin embargo, no estoy de acuerdo con todo lo que predica el "mundo gay"

3- El ser humano tiene dos modos de existir: hombre o mujer. Así es la especie humana. Iguales en dignidad y en derechos, pero diferentes en muchas cosas. La diferencia la percibe el sentido común con un simple vistazo. Y se hace evidente al estudiar al ser humano biológica y fisiológicamente. Cuanto más profundamente estudiado, más profundamente evidente. Diferentes en el funcionamiento interno, en el juego de hormonas que regula el metabolismo, en la formación cerebral, y por tanto en patrones de comportamiento derivados de la biología. Somos por tanto profunda y perfectamente complementarios. Es como si hubieran partido en dos piezas de puzzle una misma cosa. Y estas piezas encajan en todos sus elementos. Los más externamente visibles y los más escondidos.

4- La homosexualidad, tanto en tendencia como en comportamiento, no es una enfermedad. Yo diría que es un rasgo de comportamiento. Pero es un rasgo de comportamiento que enfrenta deseo sexual y realidad biológica. Busca el encuentro no con lo complementario que encaja, sino con lo igual que no encaja.

5- Diferenciar lo que es distinto, no es discriminación, sino justicia. No es lo mismo un homosexual que un heterosexual. No es lo mismo una unión heterosexual que una unión homosexual. Hay diferencias esenciales que cualquiera puede reconocer. Reducirlo todo a que son lo mismo porque en ambos casos se quieren, es como decir que un jarrón y un cenicero son lo mismo porque ambos son verdes.

6- De una unión heterosexual puede surgir una nueva vida, de una unión homosexual no puede. Es una característica esencial que deriva de la esencia natural de una unión heterosexual complementaria y capaz de generar vida. Si una pareja homosexual quiere tener un hijo, habrá de recurrir a mecanismos legales forzados. Los mecanismos naturales biológicos seguirán siendo los mismos, ya que ese niño habrá surgido igualmente de un hombre y una mujer (a través de sus respectivos gametos). El empeño de adopción por parte de parejas homosexuales es más por reclamar la igualdad frente a una realidad que es diferente (lo cual es imposible, ya que dos cosas diferentes no pueden ser iguales) que por reclamar algo que les es natural y por tanto les corresponde (lo cual no existe, porque lo que no está en mi naturaleza no puede ser exigido como tal).

7- Desear un hijo no me da derecho a él. Los hijos concebidos no son un bien de consumo aunque los deseemos profundamente. No deben ser tratados como objeto de derecho. Son un regalo. Y una vez con nosotros, ellos sí tienen derecho a lo que les corresponde por naturaleza: un padre y una madre.

8-  El sufrimiento de un colectivo en ciertas sociedades o en tiempos anteriores, debe guiarnos a tratarles con justicia, como les corresponde. Sin embargo, no debe arrastrarnos a tratarles como algo diferente a lo que son. Sería injusto para ellos primeramente y falso para toda la sociedad.

Os dejo con inquietud y con dos citas:
"¡Que tiempos estos, en los que es necesario demostrar lo evidente!" (J.I.Munilla)
"No tengo nada más que decir sobre esto" (Forrest Gump)