viernes, 5 de febrero de 2016

El voto cristiano, ¿debe siempre ser cristiano?

Todavía no ha desaparecido mi dolor de cabeza tras las pasadas elecciones generales, mientras los partidos siguen hablando e intentando llegar a un acuerdo que les permita hacer una carambola a 3 bandas (o 5) para llegar al gobierno.
Tras esta larga, muy larga frase inicial, vuelvo mi vista atrás y recuerdo la encrucijada ante la que me encontré antes de decidir mi voto. Supongo que se trata de una lucha interna que todo creyente tiene en mayor o menor medida.
Ante unas elecciones, un cristiano sabe que debe votar para cumplir con su responsabilidad como ciudadano. Y en España tiene, hoy por hoy, dos opciones:
1 - voto "en conciencia". Se trata de buscar el partido que represente la forma cristiana de ver el mundo, y si existe, votarlo. 
2 - voto del "mal menor". Se trata de identificar al partido que menos represente la visión cristiana, y si representa una amenaza seria, votar al partido que pueda obstaculizarle más en su camino al poder.

Aquellos días surgió en mi mente un desgastado tablero de ajedrez, marcado con pequeñas muescas de batallas pasadas. Sobre él se fueron situando las piezas de ajedrez. Cada una en su casilla inicial. Y cuando todo estaba preparado, comencé una partida estableciendo una especie de diálogo interno, un tanto bipolar, en el que me esforcé al máximo por encontrar las mejores jugadas de cada bando. Los mejores argumentos de cada opción.
Es el mismo ritual que sigo con cierta frecuencia, el mismo tablero en el que suelo dirimir partidas interminables sobre tantos asuntos. Intentando obtener como resultado una conclusión sólida, una opinión bien formada, . A veces, en medio de una batalla me quedo en punto muerto durante meses y luego, de repente, un día se me ocurre una nueva aproximación que  me permite avanzar. Algunas partidas, tras largos años, todavía siguen en juego y con las espadas en alto.
Pero en el caso que nos ocupa, ante las dos alternativas que me planteaban los comicios electorales, fui planteando argumentos y contra-argumentos, y las fichas se pusieron en movimiento:

Ranil Amarasuriya CC (on Flickr)
Argumento 1 "mal menor": el voto cristiano en conciencia es inútil porque es tan minoritario que no consigue representación alguna y cae en saco roto.

Contra-argumento: eso es así porque la mayoría de cristianos votan "mal menor", pero no tendría por qué serlo. En realidad se trata de un argumento algo cínico: quejarse de una situación que uno mismo propicia, como si fuese algo totalmente ajeno a uno mismo.
Es como tirar una cáscara de plátano al suelo y luego decir: "es una pena que haya tantas cáscaras de plátano por el suelo".

Argumento 2 "mal menor": Si no votas "mal menor", estás propiciando el mal mayor.

Contra-argumento: Hay que tener una cosa clara: votar en conciencia nunca es votar al "mal mayor". Si finalmente gobierna el "mal mayor", el motivo no es que haya gente que votó "en conciencia", sino que mucha gente votó "mal mayor" y lo han puesto en situación de gobernar.
Yendo algo más allá: en las últimas elecciones generales, al partido ganador cada escaño le costó 58.664 votos. El voto en conciencia cristiano, que no consiguió ningún escaño, totalizó 57.753. Aunque todos hubieran votado "mal menor", este no habría conseguido ni un escaño más.
En sentido contrario sí que existe el impacto: si más personas hubieran votado "en conciencia", esta opción sí hubiera podido sacar escaño propio, y por tanto se hubiera conseguido una presencia real con voz diferente en el panorama político.
Conclusión: el impacto negativo del voto "en conciencia", incluso en el peor de los casos es nulo o casi nulo.

Argumento 3 "mal menor": Existen varios grados de mal, y cuando el "mal mayor" es grande y tiene posibilidades de gobernar, hay que intentar frenarlo aunque sea votando un mal menor.

Contra-argumento: Este argumento sí que parece cierto, aunque quizás no es válido siempre. Todo depende de la naturaleza del "mal menor" y de si éxiste un "bien". ¿Votaríamos cualquier "mal menor" para detener un "mal mayor"? ¿Y si además existe la posibilidad de votar un bien? 
¿Qué mínimos debería cumplir un mal menor para ser votado con la conciencia tranquila? Todo depende de donde sitúes tu linea roja.
¿Y cuál es esa linea roja que ha de cruzar el "mal menor" para que no podamos votarlo? Esa linea la debe situar cada uno en conciencia, pero hay que tener en cuenta que votar un "mal menor" me hace directamente responsable del mal menor causado. Y hay que valorar el calibre de dicho mal. 
Cuando se trata de propiciar leyes que permiten acabar con vidas humanas y que además tratan este acto como un derecho (ya sea en sus primeras etapas (aborto) o en las últimas (eutanasia), o cuando se trata de propiciar políticas que no protegen la familia fundada sobre el matrimonio de hombre y mujer (matrimonio y adopción homosexual, ...), cuando se fomentan comportamientos que oscurecen el verdadero sentido de la sexualidad humana (ideología de género), cuando se fomenta el tratamiento del ser humano como un producto comercial (reproducción asistida, maternidad subrogada, vientres de alquiler, ...), cuando se apadrina el adoctrinamiento de la ideología de género en los centros escolares, ... quizás hablar de linea roja para un cristiano empiece a ser absurdo.
Si el mal directo que respalda mi voto es demasiado grande, puede que sea el momento de votar "en conciencia", si es que existe tal posibilidad. 
¿Y si el "mal menor", en muchos temas esenciales se ha convertido en el "mal mayor" pero a una velocidad más lenta? ¿tiene sentido respaldarlo?
¿Dónde está tu linea roja? ¿Qué más ha de hacer el "mal menor" para sobrepasarla?

Argumento 4 "mal menor": la misma Iglesia nos ha aconsejado votar "el mal menor" en varias ocasiones, lo que moralmente me justifica.

Contra-argumento: lo cierto es que la Iglesia nunca ha pedido el voto para ningún partido, aunque en alguna ocasión se ha referido al debate "voto útil" - "voto en conciencia". Por ejemplo, en enero de 2008, siendo presidente Rodriguez Zapatero el monseñor Martínez Camino decía: "¿El voto por el mal menor? Pues sí. O el voto por el bien mayor, que es la otra cara de la misma moneda. Del voto moral y responsable depende la democracia. No hay democracia sin moral"
En primer término, podríamos señalar que el panorama de partidos políticos era distinto entonces, ya que ni existía ningún partido que recogiera la cosmovisión cristiana, ni tampoco el PP había realizado todavía fuertes giros sobre ciertos temas sensibles. Pero yendo más a la raíz, buscando en el magisterio de la Iglesia sobre este tema encontraremos lo siguiente:
  • La encíclica Evangelium Vitae, de Juan Plablo II dice que “el aborto y la eutanasia son crímenes que ninguna ley humana puede pretender legitimar.” En el mismo documento dice que los católicos tienen una “grave y precisa obligación de oponerse” a dichas leyes. Y de un modo explícito recoge lo siguiente: “nunca es lícito participar en una campaña de opinión a favor de una ley semejante, ni darle el sufragio del propio voto.”
  • Una Nota doctrinal de la Congregación para la Doctrina de la Fe de 2002 (dirigida entonces por el Cardenal Ratzinger), que llevaba por título “sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política”, decía: “La conciencia cristiana bien formada no permite a nadie favorecer con su voto la realización de un programa político que contenga propuestas contrarias a los contenidos fundamentales de la fe y la moral.”
Mirando la evolución histórica, el "malminorismo" conduce a males siempre mayores. Se trata de un material inflamable e inestable que hay que manejar con precaución: la elección de un mal es lícita sólo cuando necesariamente hay que elegir entre varias opciones -todas ellas malas-, escogiendo entonces, y sólo entonces, la opción menos mala: el llamado “mal menor”. Pero si entre las opciones posibles hay una buena, es decir, una que no contradiga ninguna de las “exigencias éticas fundamentales e irrenunciables”, no sería lícito escoger de entre las otras (que son malas).

Quizás lo más saludable mentalmente es actuar como se piensa, porque lo contrario podría conducirnos a pensar como actuamos, o en su defecto a una bipolaridad mental en lo que todo acaba siendo relativo.

No obstante, esta batalla de argumentos y contra-argumentos ocurre en muchos cerebros en época de elecciones. Es inevitable. En algunas personas dura apenas unos segundos, sin esfuerzo ni tensión. En otras la partida se prolonga hasta que el rey contrario cae sobre el tablero. Pero hay personas en las que los pensamientos están continuamente chocando, y se suceden los ataques y defensas sin descanso. En una agotadora lucha en la que ninguno se da totalmente por vencido.
Que el fragor de la batalla no nuble tu mente, que el sudor no te oculte la verdad, y que el miedo no te paralice ante la decisión moralmente buena, que siempre existe.

martes, 20 de octubre de 2015

la homosexualidad alienígena

Cuando era pequeño recuerdo haberme hecho en algunas ocasiones una inquietante pregunta:
¿y si todos los demás habitantes de la tierra son alienígenas menos yo?
Cada persona que me cruzo por la calle, cada compañero, profesor o familiar. ¿Y si todo el mundo fuera consciente de esta situación?
Durante un rato me sentía habitante solitario en el universo. Raro, único y un poco acorralado.
Curiosa la imaginación infantil.
Hace un tiempo que reconocí de nuevo esa sensación: en el trabajo, caminando por la calle o viendo la televisión. Me ocurre siempre que se habla de la homosexualidad.
En cualquier conversación, en cualquier serie de televisión, en una película, en un debate, un reality show, un café con compañeros... en cuanto sale este tema, la piel de las personas a mi alrededor se torna sintética, de un color irreal, de un tono suavemente aceitunado. Los globos oculares de la presentadora del noticiario parecen ser un postizo que esconde detrás otros más grandes y grisáceos. Los movimientos de los contertulios televisivos empiezan a ser menos naturales, como de una especie extraña...

Como todo esto no es posible (...espero), entiendo que esto me ocurre al sentir que mis pensamientos no los comparte nadie... o casi. Una especie de sensación de aislamiento mental.
Es como si los habitantes de la tierra flotaran en una especie de enajenación global apoyada solo en argumentos sentimentales y palillos en el aire, tratando de compensar un sufrimiento injusto a través de la historia y ciertas culturas.

Hay una cosa que puedo decir sobre este tema con total seguridad:
1 - los homosexuales han de ser respetados como cualquier persona. No son peores ni mejores que cualquier otro ser humano debido a su condición.

Pero también puedo decir algunas otras cosas con certeza:
2- El respeto profundo a una persona no implica estar de acuerdo con ella. El respeto nace de la dignidad que todo ser humano atesora en su esencia. Sin embargo, no estoy de acuerdo con todo lo que predica el "mundo gay"

3- El ser humano tiene dos modos de existir: hombre o mujer. Así es la especie humana. Iguales en dignidad y en derechos, pero diferentes en muchas cosas. La diferencia la percibe el sentido común con un simple vistazo. Y se hace evidente al estudiar al ser humano biológica y fisiológicamente. Cuanto más profundamente estudiado, más profundamente evidente. Diferentes en el funcionamiento interno, en el juego de hormonas que regula el metabolismo, en la formación cerebral, y por tanto en patrones de comportamiento derivados de la biología. Somos por tanto profunda y perfectamente complementarios. Es como si hubieran partido en dos piezas de puzzle una misma cosa. Y estas piezas encajan en todos sus elementos. Los más externamente visibles y los más escondidos.

4- La homosexualidad, tanto en tendencia como en comportamiento, no es una enfermedad. Yo diría que es un rasgo de comportamiento. Pero es un rasgo de comportamiento que enfrenta deseo sexual y realidad biológica. Busca el encuentro no con lo complementario que encaja, sino con lo igual que no encaja.

5- Diferenciar lo que es distinto, no es discriminación, sino justicia. No es lo mismo un homosexual que un heterosexual. No es lo mismo una unión heterosexual que una unión homosexual. Hay diferencias esenciales que cualquiera puede reconocer. Reducirlo todo a que son lo mismo porque en ambos casos se quieren, es como decir que un jarrón y un cenicero son lo mismo porque ambos son verdes.

6- De una unión heterosexual puede surgir una nueva vida, de una unión homosexual no puede. Es una característica esencial que deriva de la esencia natural de una unión heterosexual complementaria y capaz de generar vida. Si una pareja homosexual quiere tener un hijo, habrá de recurrir a mecanismos legales forzados. Los mecanismos naturales biológicos seguirán siendo los mismos, ya que ese niño habrá surgido igualmente de un hombre y una mujer (a través de sus respectivos gametos). El empeño de adopción por parte de parejas homosexuales es más por reclamar la igualdad frente a una realidad que es diferente (lo cual es imposible, ya que dos cosas diferentes no pueden ser iguales) que por reclamar algo que les es natural y por tanto les corresponde (lo cual no existe, porque lo que no está en mi naturaleza no puede ser exigido como tal).

7- Desear un hijo no me da derecho a él. Los hijos concebidos no son un bien de consumo aunque los deseemos profundamente. No deben ser tratados como objeto de derecho. Son un regalo. Y una vez con nosotros, ellos sí tienen derecho a lo que les corresponde por naturaleza: un padre y una madre.

8-  El sufrimiento de un colectivo en ciertas sociedades o en tiempos anteriores, debe guiarnos a tratarles con justicia, como les corresponde. Sin embargo, no debe arrastrarnos a tratarles como algo diferente a lo que son. Sería injusto para ellos primeramente y falso para toda la sociedad.

Os dejo con inquietud y con dos citas:
"¡Que tiempos estos, en los que es necesario demostrar lo evidente!" (J.I.Munilla)
"No tengo nada más que decir sobre esto" (Forrest Gump)

viernes, 18 de septiembre de 2015

El dinero y la felicidad

Decir que el dinero no da la felicidad es un tópico muy extendido. Pero también lo es decir que es un tópico argumentando lo contrario.
Los tópicos suelen ser falsos, salvo que no lo sean, y en este caso uno debe serlo y otro no.
En mi opinión, el fallo es que se intentan relacionar cosas de naturaleza diferente; un intento tan absurdo como debatir la influencia del ornitorrinco macho en la revolución francesa.
La confusión puede venir de que el dinero sí está relacionado con una serie de cosas que identificamos erróneamente con la felicidad:
El dinero conduce a una mayor comodidad y desahogo. El dinero disminuye una serie de preocupaciones materiales básicas. El dinero genera seguridad. El dinero nos proporciona un abanico de posibilidades de obtener placer en sus diferentes formas y colores.
Sin embargo, la comodidad, el no preocuparse por la subsistencia, la sensación de seguridad o la obtención de placer no son equivalentes a la felicidad. Es como que el blanco roto no es lo mismo que el blanco puro, aunque a muchos hombres nos cueste entenderlo o nos parezca un color inútil...

De acuerdo, puede que el dinero no de la felicidad, pero ayuda, ¿no?
No exactamente: La comodidad ayuda a estar cómodo, pero existen multitudes en nuestro planeta que son felices viviendo en medio de la precariedad y la incomodidad.
La ausencia de preocupaciones por la subsistencia básica no disminuye el número de preocupaciones con las que llenamos nuestra existencia. Otras ocuparán su lugar. Así mismo, existen también multitudes en la tierra que son felices sin tener asegurados esos mínimos.
La seguridad solo genera una sensación de espejismo y nos hace pensar que controlamos nuestra existencia. Pero nadie controla su vida al completo. Un cáncer no se puede controlar, la muerte de un ser querido tampoco, las consecuencias de nuestras malas decisiones o de las decisiones de los demás. La seguridad material es rápidamente fagocitada por la inseguridad de perder lo que ya tenemos, ...
El placer produce placer, que es una sensación unida a los sentidos y tan pasajera como el mismo evento que lo produce. 

La felicidad puede ir acompañada de placer, sensación de seguridad, comodidad o ausencia de preocupación. Pero no tiene por qué, con lo cual esas cosas no son parte de su esencia.
Pero entonces, ¿qué es la felicidad? ¿con qué podemos relacionarla?
Yo relaciono la felicidad con la paz, con el amor y con un sentido de vida.
¿Y no produce paz la comodidad y no tener que preocuparte de comer? Si confundimos la paz con la tranquilidad o con el placer, podría ser. Pero la paz debe ser otra cosa cuando se puede obtener en momentos de incomodidad, sufrimiento o inseguridad. De nuevo el blanco roto.
La felicidad, la paz profunda, el sentido de la vida, son otra cosa. Algo más profundo y relacionado con un sentido último de cada vida. Algo que va más allá de los parámetros materiales de este mundo y de la dictadura del tiempo sobre nuestros sentidos. Algo relacionado con la certeza de saber que no todo es un azar y una continua huida inútil del sufrimiento.
Lo que sí podemos afirmar es que el andamio de la paz auténtica siempre es el amor, porque cada ser humano está hecho para amar y ser amado. Da igual su condición social, sus capacidades o su estado de vida. Se trata de algo universal, y solo podemos alcanzar el más alto grado de realización de esa manera.
Por eso Dios, la paz, el amor, la felicidad y el sentido de la vida son conceptos que para un cristiano están íntimamente relacionados.

La razón de que exista el blanco roto, después de todo, podría no ser una tontería.

domingo, 12 de julio de 2015

Un piano, un secreto y una oración


Sarasota es un lugar especial por su situación en la costa de Florida. Se trata de una ciudad pequeña y agradable, donde todavía se respira familiaridad, tranquilidad y sentido de la comunidad.
Hace unos meses, el ayuntamiento inició un proyecto artístico que consistía en situar pianos en distintos puntos de la ciudad, de forma que cualquier viandante pudiera expresarse, tocar o chapurrear en libertad.

La tarde del 30 de junio era apacible. Una suave brisa se deslizaba atenuando la sensación de humedad típica de una localidad costera.
Un hombre llamado Donald Gould se acercó a uno de los pianos. No se trataba de aguien normal: era un "sin techo" de aspecto desaliñado, sucio y de complexión muy delgada. Se sentó y comenzó a tocar. Las notas de la canción "Come Sail Away" comenzaron a sonar, interpretadas con una sensibilidad que chocaba con la imagen deteriorada y desgastada de Donald. La imagen era impactante y emocionante.
Alguien, muy sorprendido de lo que estaba viendo lo grabó en video, y en apenas unos días se ha extendido de modo viral por internet.
Donald demostró que las apariencias nos impiden distinguir la luminosidad verdadera de las personas. Aquel vagabundo deshechado por la sociedad al que nadie prestaba atención, escondía una trágica historia y un talento muy especial.
La imagen es tan poderosa que impacta, la interpretación de la melodía emociona. Nadie imaginaría que ese hombre con harapos una vez tuvo una vida normal, que haya estudiado, que tuviera familia. Y mucho menos que fuese capaz de generar arte con sus manos.




Al día siguiente de que el video recorriera el planeta, Donald fue entrevistado y reveló que estaba sin hogar desde hacía 6 o 7 años. Vivía en la calle debido a sus problemas con el alcohol y las drogas. Cuando era joven inició sus estudios en música en la Universidad Spring Arbor, pero nunca los finalizó. Se casó, tuvo un hijo y cuando este contaba 3 años su esposa murió. Los problemas de adicciones que ya evidenciaba lo alejaron de su hijo.

La semana siguiente a la entrevista, la vida de Donald Gould cambió de forma radical: el programa Inside Edition le localizó, cambió su aspecto y lo convirtió en un fenómeno popular.
Consiguió ropa nueva, un alojamiento temporal, una cuenta bancaria con donaciones, y una beca completa de la Universidad Spring Arbor para ayudarlo a terminar sus estudios.

Pero lo más importante ha sido su reencuentro con su hijo Donny, ahora con 18 años, quien vio el video de su padre biológico gracias a que las personas que lo adoptaron se lo mostraron.

Después de que Donny perdiera la custodia de su padre, fue adoptado por su abuela, y cuando ella no pudo continuar con su educación, fue adoptado por una pareja llamada Darryl y Terri.
“Habíamos rezado sobre ello y sentimos que Dios nos conducía a hacer esto por Donny" declaró Darryl, el padre adoptivo del joven.

Gould va a ingresar en un programa de rehabilitación y se mudará cerca de la casa de Donny, con la promesa de mantener el contacto con su hijo.
Una increíble historia de segundas oportunidades, talentos escondidos, un piano y una sencilla oración.

viernes, 3 de abril de 2015

El hijo del hombre

"Porque ni aun el Hijo del hombre vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida como rescate por muchos."
Marcos 10:45