viernes, 28 de enero de 2011

El instante de Therese

Hoy llega a las pantallas españolas una película curiosa: Therese.
Es curiosa porque no se ha realizado este año, ni el año pasado, ¡sino hace 25 años! En su momento cautivó a la crítica de todo el mundo y triunfó en el festival de Cannes.
Desde su estreno y en los años posteriores no encontró sitio en nuestra cartelera. Y luego cayó en el olvido. Pero este es su instante adecuado. Llega su oportunidad gracias a la inercia de otras producciones de contenido explícitamente espiritual que están cosechando éxitos apreciables en nuestra taquilla (La última cima, De Dioses y hombres, The way, ...).
La película cuenta la impresionante vida de Santa Teresita del niño Jesús (o de Lisieux), en la cual no ocurrieron hechos maravillosos. Esta religiosa de finales del siglo XIX tampoco realizó obras extraordinarias ni grandes azañas. Su vida fue corta, ya que murió a los 24 años. Con todo esto no se si encontraríamos suficiente miga para un guión sustancioso. Y sin embargo fue declarada Doctora de la Iglesia por Juan Pablo II, categoría reservada a santos cuya sabiduría espiritual es especialmente sólida y profunda. ¿Cómo puede ser esto? ¿Cómo una mujer que ingresó en un convento a los 15 años y murió a los 24 pudiera desarrollar una sabiduría espiritual tan potente como para ser nombrada Doctora de la Iglesia?
Sin duda la respuesta está en los escritos que dejó. Ya que lo impresionante no está en lo externo de su existencia, sino en su vida interior, cuya intensidad y sabiduría son abrumadoras.
Su mirada sencilla nos despoja de todo accesorio:
"Mi caminito es el camino de una infancia espiritual. El camino de la confianza y de la entrega absoluta"

El director de la película, Allain Cavalier, ha declarado estos días que desde su realización en 1896 no ha vuelto a trabajar de la misma forma. Y defendía así lo que a él le conmovió de esta santa francesa:
"Me apasionó la joven que vivió en siglo XIX y que estaba enamorada de Cristo, un hombre muerto 2.000 años antes. Esto me pareció digno de evocación"
El hecho insólito de este estreno tardío nos muestra cómo Therese aprovecha este instante para colarse entre nosotros de nuevo. Ya lo decía ella:
"La vida es un instante entre dos eternidades"

lunes, 24 de enero de 2011

El cuidado de la familia. IIOF

Si moldeamos una familia con éxito, nos veremos conducidos a la felicidad. Si por el contrario fracasamos, se producirán heridas y grietas tan profundas que pueden no sanar nunca.
Con todo esto en juego, queda claro que todo el esfuerzo que podamos dedicar es poco para constuir nuestra propia familia. Y por eso es importante concentrarnos en cada fase que vamos recorriendo, viviéndolas intensamente y teniendo en cuenta a dónde nos dirigimos.
A veces, ante la efusión efervescente de las primeras fases del amor pensamos que nuestro amor es indestructible, que no será erosionado, desgastado ni corroído por nada. Pensamos que siempre sentiremos lo mismo por esa persona a la que hoy amo tanto, confundiendo así ese sentimiento con el amor, una parte con el todo.
Luego, en ocasiones pasan los años y de repente nos damos cuenta de que esa persona ya no me entiende, que entre nosotros se abre un abismo cada vez más profundo. O lo que es peor: ya no me importa lo que piensa, lo que sienta, porque estoy muy cansado. Quizás no sabemos cómo hemos llegado allí, o quizás han pasado cosas, pero el hecho es que lo que hemos construido se resquebraja y no encontramos la manera de pararlo... ni tenemos fuerzas.
Sea como fuere, tarde o temprano nos vamos dando cuenta de que el amor es como una planta delicada y valiosa que hay que cuidar desde el principio con mucha atención.
La sociedad presente nos ofrece ayudas para las crisis matrimoniales de múltiples formas y colores. Llevo tiempo analizando este escenario de cerca y me doy cuenta de que las respuestas con más calado, las que llegan a la profundidad de nuestro ser para poder reconstruir desde los mismos cimientos, vienen de los sitios que tienen una visión más profunda e intensa del matrimonio. Porque nuestro mundo nos presenta el matrimonio como una estructura cada vez más difusa, débil y pasajera. Pero la realidad es que cuando una familia fracasa, las heridas producidas son de tal profundidad que no se pueden curar desde una visión efímera y superficial del matrimonio. Esta visión integral y profunda hasta la médula yo la he encontrado en la Iglesia Católica, que considera al matrimonio como una vocación en la vida y un lugar de especial relación con el mismo Dios (sacramento).
Hace ya un tiempo os presenté dos realidades que se presentan en España para las familias que necesitan algún tipo de ayuda. Os recuerdo los artículos y os animo a revisarlos:

Hoy os presento una ayuda más que ha captado mi interés de una manera muy fuerte. No se trata de algo exclusivamente para familias en crisis, sino con necesidad de orientación en diversos campos de la vida familiar, o sencillamente con la intención de recibir herramientas válidas para su crecimiento y desarrollo.

Instituto de Iniciativas de Orientación Familiar
Hace más de 30 años, con el asesoramiento del Instituto de Ciencias para la Educación (ICE) de la Universidad de Navarra surgieron unos Centros de Orientación Familiar (CeOFs). Poco a poco, con los años, fueron extendiéndose por toda España. En 1989 se constituye este instituto para coordinarlos a todos y actualmente tienen una red de centros muy amplia.
Se trata por tanto de una red de Centros independientes de cualquier diócesis, con un material muy bien desarrollado.

El Instituto de Iniciativas de Orientación Familiar es miembro a nivel internacional de la International Federation of Family Development (IFFD), la cual tiene estatus consultivo de las Naciones Unidas, y es madre de la iniciativa The Family Watch.
Ofrece a través de cada uno de sus CeOFs unos extraordinarios programas de Orientación Familiar, que facilitan herramientas a las familias en todas sus fases y a la vez constituyen una valiosa guía en la educación de los hijos. Son los siguientes:
-Programa de Orientación Familiar "Hablar de Matrimonio": destinado a jóvenes que piensan contraer matrimonio, estén o no en fase de noviazgo.
-Programa de Orientación Familiar "Amor Matrimonial"
-Programa de Orientación Familiar "Primeros Pasos": para padres de niños de 0 a 4 años
-Programa de Orientación Familiar "Primeras Letras": para padres de niños de 4 a 7 años
-Programa de Orientación Familiar "Primeras Decisiones": para padres de niños de 7 a 10 años
-Programa de Orientación Familiar "Pre-adolescencia": para padres con hijos de 10 a 14 años
-Programa de Orientación Familiar "Adolescentes"
-Programa de Orientación Familiar "Abuelos activos"

Puedes consultar sus programas en el siguiente enlace:
También su red de centros aquí:

jueves, 20 de enero de 2011

El Hombre sin Rostro

Habréis notado en el devenir de artículos por este blog una particular insistencia en el cine y la cultura audiovisual. No lo puedo evitar, ya que desde que soy consciente he buceado en esta forma de expresión, y me siento muy cómodo. Sin embargo, en las aguas de la música me encuentro también muy a gusto. No porque tenga grandes conocimientos, sino porque sencillamente me encanta y podría hablar horas y horas.
No obstante, a la hora de hablar de ellos, el cine presenta una ventaja: cuenta tan solo con unos cuantos géneros y un lenguaje común bastante aceptado, con lo que me resulta más fácil hacer entender lo que valoro de una película. Por el contrario, en la música hay incontables géneros que cultivar, y es muy fácil que uno deteste lo que a otro le apasiona. Si añadimos que mis gustos en este campo son bastante particulares y que empiezo metiendo este rollo considerable, creo que esta entrada tiene muchas papeletas para ser la menos leída.
Pero no desistas, ya que traigo algo diferente que creo que te gustará. Se trata de una canción titulada "Faceless Man" (el Hombre sin Rostro), del grupo estadounidense Creed. Hace unos años llegó a mis oidos porque el rock de carácter más duro es algo que siempre he escuchado, y esto era de buena calidad sin duda. Pero la letra llamó inmediatamente mi atención. Comprobé entonces que el líder del grupo, Scott Stapp, es un cristiano de fuertes convicciones y habla en sus canciones de su experiencia espiritual sin tapujos.

Aunque Creed (en español: Credo) no es un grupo conocido en España, fueron una de las bandas más exitosas del panorama del rock en Estados Unidos hasta que se separaron en 2004. Hasta entonces habían vendido 26 millones de discos tan solo en su país natal. No obstante, en 2009 se volvieron a reunir, aunque no sabemos si con carácter definitivo.
En lo personal, Scott Stapp  parece un personaje algo controvertido, aunque aparece, en medio de sus contradicciones, siempre teñido de unos fuertes principios cristianos. Estos le han llevado, entre otras cosas a participar en un disco tributo de la película "La Pasión de Cristo", con canciones inspiradas en la película (The Passion of the Christ:Songs).

Os propongo enchufar unos cascos a vuestro PC, subir el volumen y escuharla tranquilamente. Pulsad "play" en el reproductor que teneis al pie de este artículo y seguid la letra (en inglés o en español, según los gustos). No os dejará indiferentes.

Faceless Man (Creed)
I spent a day by the river 
It was quiet and the wind stood still
I spent some time with nature 
To remind me of all that's real 
It's funny how silence speaks sometimes when you're alone 
And remember that you feel 
I said it's funny how silence speaks sometimes when you're alone 
And remember that you feel 
Again I stand, Lord I stand,
against the Faceless Man 
Again I stand, Lord I stand, 
against the Faceless Man 

Now I saw a face on the water 
It looked humble but willing to fight 
I saw the will of a warrior 
His yoke is easy and His burden is light 

He looked me right in the eyes 
Direct and concise to remind me 
To always do what's right 
He looked me right in the eyes 
Direct and concise to remind me 
To always do what's right 

Again I stand. Lord I stand,
against the Faceless Man 
Again I stand. Lord, God I stand,
against the Faceless Man 

'Cause if the face inside can't see the light 
I know I'll have to walk alone 
And if I walk alone to the other side 
I know I might not make it home 

Again I stand, Lord I stand,
against the Faceless Man 
Again I stand, Lord I stand,
against the Faceless Man 

Next time I see this face 
I'll say I choose to live for always 
So won't you come inside And never go away 
Next time I see this face 
I'll say I choose to live for always 
So won't you come inside And never go away 

Again I stand, Lord I stand,
against the Faceless Man 
Again I stand, Lord I stand,
against the Faceless Man 
Again I stand, Lord I stand,
against the Faceless Man
Pasé un día en el río.
Estaba tranquilo y el viento en calma.
Pasé un tiempo con la naturaleza
Para recordarme todo lo que es real
Es gracioso como a veces el silencio habla cuando estás solo
Y te recuerda que sientes
Es gracioso como a veces el silencio habla cuando estás solo
Y te recuerda que sientes
De nuevo estoy
Frente al Hombre sin Rostro
De nuevo estoy
Frente al Hombre sin Rostro

Entonces vi una cara en el agua
Parecía humilde pero dispuesta a luchar.
Vi la voluntad de un guerrero.
Su yugo era sencillo y su carga ligera

Me miró justo a los ojos
Directo y conciso para recordarme
Hacer siempre lo correcto.
Me miró justo a los ojos
Directo y conciso para recordarme
Hacer siempre lo correcto.

De nuevo estoy
Frente al Hombre sin Rostro
De nuevo estoy
Frente al Hombre sin Rostro

Porque si el interior no puede ver la luz
Se que tendré que caminar solo.
Y si camino solo hacia el otro lado
Se que quizás no llegue a casa

De nuevo estoy
Frente al Hombre sin Rostro
De nuevo estoy
Frente al Hombre sin Rostro

La próxima vez que vea esa cara
Diré que elijo vivir para siempre
Así entrará y no se irá nunca.
La próxima vez que vea esa cara
Diré que elijo vivir para siempre
Así entrará y no se irá nunca.

De nuevo estoy
Frente al Hombre sin Rostro
De nuevo estoy
Frente al Hombre sin Rostro
De nuevo estoy
Frente al Hombre sin Rostro


lunes, 17 de enero de 2011

El camino nuevo tras la Navidad

Para algunos la Navidad es un tiempo muy especial. Para otros no se distingue de cualquier otro. Y para un tercer grupo de personas es un tiempo hipócrita, triste o que genera rechazo. Es curioso que a nadie deja indiferente.
Ahora que ha pasado, podemos preguntarnos si realmente ha significado algo o si tal como llegó se ha esfumado como el humo que no se puede tocar. ¿Pero es que debería haber sentido algo? ¿Qué es la Navidad realmente?
Cuando los magos de oriente siguieron su estrella en el cielo, buscando al nuevo rey fueron a ver a Herodes, el gobernador de aquella región. Este, presa del miedo ante la posibilidad de perder su poder ante un nuevo rey profetizado, les encargó volver en cuanto le hubieran encontrado. Su obsesión era averiguar dónde se encontraba para poder acabar con su vida.
Tras el encuentro con el niño Dios, aquellos magos emprendieron un camino de vuelta diferente para no encontrarse con Herodes. Un camino nuevo.
San Agustín hablaba de que este camino se da en todos los hombres. Traemos un camino para encontrarnos con Dios, y tras el encuentro el camino de vuelta es diferente. Porque el encuentro nos ha cambiado.
Distinguir la huella de la Navidad en nuestra vida es ver si cuando esta acaba retomamos el mismo camino que traíamos o si de alguna forma el camino es diferente.

La fuerza que nos trae el hecho de la Navidad es brutal, pero la costumbre y la forma de vivirla que se da en nuestra sociedad han hecho que todo quede reducido a los buenos sentimientos, las comidas y los regalos.
Nuestro actual papa Benedicto XVI ha escrito ya tres libros junto al periodista Peter Seewald, con el dinámico formato de entrevista. Hay uno en concreto, de título "Dios y El Mundo", en el que se le pregunta acerca de la Navidad. Y creo que la respuesta transmite el significado de una forma tan novedosa como clara:
Peter Seewald: Es curioso: Dios, el Todopoderoso, escogió como lugar de aparición en la tierra lo más pequeño, un establo miserable de Belén. Y la Iglesia argumenta: "Todo es tan increíble y paradójico, que sólo por eso tiene que ser verdad".
BXVI: Como es lógico, esta sola argumentación no bastaría como criterio de verdad. Pero, en realidad, la elección de lo humilde caracteriza la historia de Dios con el ser humano.
Esta característica la vemos perfectamente en el escenario de la actuación divina, la tierra, esa mota de polvo perdida en el universo; en que dentro de ella, Israel, un pueblo prácticamente sin poder, se convierte en el pilar de su historia; en que Nazaret, otro lugar completamente desconocido, se convierte en su patria; en que el Hijo de Dios nace finalmente en Belén, fuera del pueblo, en un establo. Todo esto muestra una linea.
Dios coloca toda su medida, el amor, frente al orgullo humano. Este es en el fondo el núcleo, el contenido original de todos los pecados, es decir, del querer erigirse uno mismo en Dios. El amor, por el contrario, es algo que no se eleva, sino que desciende. El amor muestra que el auténtico ascenso consiste precisamente en descender. Que llegamos a lo alto cuando bajamos, cuando nos volvemos sencillos, cuando nos inclinamos hacia los pobres, hacia los humildes.
Dios se empequeñece para volver a situar a las personas hinchadas en su justa medida. Vista así, la ley de la pequeñez es un modelo fundamental de la actuación divina. Dicha ley nos permite atisbar la esencia de Dios y también la nuestra. En este sentido encierra una enorme lógica y se convierte en una referencia a la verdad.


Peter Seewald: Lo que sucedió con este acto, sentenció una vez el obispo alemán Rudolf Graber, "es infinitamente superior a la cración del mundo". Nunca había sucedido nada más grande, ni sucedería: "Porque el hecho de que el Hijo de Dios, la segunda persona divina, se disponga ahacerse hombre en esta pequeña y diminuta tierra, lo supera sencillamente todo".


BXVI: En efecto, es una pieza instructiva muy importante para calibrar correctamente el concepto de lo grande y de lo pequeño. A juzgar por sus dimensiones materiales, la creación del mundo nos parece infinita. A su lado, este pequeño acontecimiento de Belén, que al principio los historiadores pasaron por alto, en realidad no merece siquiera una mención.
Si se tratara de dimensiones cuantitativas, una cosa sería absolutamente grande y otra lo absolutamente pequeño.
Pero si vemos que un único corazón humano costituye una nueva magnitud frente a la vastedad del cosmos, como lo formuló Pascal, entonces comprendemos que el hecho de que Dios se convierta en una persona, que Aquel que es el Creador, el eterno Logos, se encarne en un ser humano, hasta el punto de convertirse en una persona, es un acontecimiento de una magnitud completamente distinta. El propio Dios viene al mundo y se hace hombre. Con esto se abre una dimensión frente a la cual las dimensiones materiales, aparentemente infinitas, representan una magnitud de índole notablemente inferior.

Esta explicación me ofrece un punto de vista que nunca había contemplado: si pensamos que todo lo que existe tiene su origen y se sostiene en Dios, desde la complejidad de lo microscópico hasta la inmensidad de galaxias y galaxias, nos encontramos con una idea difícil de abarcar. De hecho, el proceso de la creación todavía continua, y cada pequeño acto de creación es grandioso en sí mismo. Lo vemos con cada nuevo ser humano: algo que en un instante no existía y al siguiente comienza a existir.
Si ahora pensamos que ese Dios de la inabarcable creación se se reduce hasta un pequeño punto. Que converge en un pequeño ser humano, y dentro de lo humano en lo más humilde, nos chocamos con una idea tan inabarcable como la anterior.
Y eso es lo que recordamos en la Navidad. Desde que la primera luz en el universo comenzó a emitir su fulgor en medio de la nada no había ocurrido nada más impresionante, inconcebible y sorprendente.

jueves, 6 de enero de 2011

Una antigua costumbre

He descubierto una preciosa costumbre que no conocía para el día de la Epifanía, es decir, el día de Reyes. Lo cuenta Bruno Moreno a través de su magnífico blog "Espada de doble filo", en el artículo "Una antigua costumbre para la Epifanía".
Es impresionante la extraordinaria riqueza que la Iglesia ha ido atesorando a través de los siglos y las culturas, ofreciéndonos así valiosos signos para vivir más profundamente las distintas fiestas cristianas.

Como Bruno lo explica mejor que yo, os reproduzco a continuación un estracto de su genial artículo:
He descubierto una preciosa costumbre que no conocía para la fiesta de la Epifanía, es decir, para el Día de los Reyes Magos. Se trata de una costumbre antiquísima, recogida en el antiguo Ritual Romano anterior al Concilio Vaticano II. Además, como buena costumbre católica, es divertida para niños y adultos, está ligada a la liturgia de la Iglesia y tiene un cierto aspecto de evangelización. ¡Es una ocasión estupenda para hacer graffitis con la bendición de la Iglesia!
La costumbre consiste en que, el seis de enero, los niños, ayudados por sus padres, escriben con tiza en las puertas de sus casas y de las de sus familiares la siguiente inscripción: Las dos primeras cifras del año, luego “+C+M+B+” y, finalmente, las dos últimas cifras del año. Es decir, este año la inscripción sería: 20 + C + M + B + 11. Por supuesto, todo ello cantando villancicos y con buenas dosis de sano jolgorio. La inscripción se deja hasta Pentecostés o hasta que la borre la lluvia.
¿Qué significan las letras de la inscripción? Son las iniciales, en latín, de “Christus Mansionem Benedicat”. Es decir, Dios bendiga esta casa. Una oración que nos vendrá muy bien durante todo el año y proclamará que nuestra casa es un hogar cristiano. Además, como la inscripción se realiza el día de la Epifanía, las letras también recuerdan, en latín, el nombre de los Reyes Magos (algo especialmente importante para los niños): “Caspar, Melchior et Baltassar”. En español,Gaspar, Melchor y Baltasar.
Según me dice mi hermano, en Alemania y en Austria sigue siendo una costumbre muy popular entre los niños y a menudo se pueden ver las puertas con su inscripción a partir de la Epifanía. La foto al comienzo del artículo es, de hecho, de una casa de Alemania. He oído decir que, en España, es una costumbre que se ha mantenido especialmente entre las familias mozárabes(¿quizá como un resto de tradición visigoda?).
Además del hecho de realizar la inscripción, la costumbre de la Iglesia es realizar la bendición de las tizas antes de usarlas. Es algo que no suelen entender los agnósticos, pero, entre los católicos, se puede bendecir prácticamente todo. A fin de cuentas, eso fue lo que hizo Dios al crear las cosas: “Vio Dios que todo era bueno”.
A continuación, ofrezco mi traducción de la oración que se recoge para ello en el Ritual Romano antiguo. La bendición está pensada para un sacerdote, de manera que si es el padre de familia el que la hace, deberá omitirse el diálogo inicial y, en lugar de hacer la señal de la cruz, el padre puede echar agua bendita sobre las tizas:
Bendición de la tiza en la Fiesta de la Epifanía
V. Nuestro Auxilio es el Nombre del Señor.
R. Que hizo el cielo y la tierra.
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
Bendice †, Señor, esta criatura, la tiza, para que contribuya a la salvación del género humano, y concédenos que, por la invocación de tu santísimo nombre, todos los que la utilicen o escriban con ella en las puertas de su casa los nombres de tus santos Gaspar, Melchor y Baltasar, por su intercesión y sus méritos, reciban la salud del cuerpo y la protección del alma. Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.
Antes de la bendición, se puede cantar un villancico y leer una lectura apropiada, como por ejemplo, la siguiente:
Mt, 2, 1b-4. 7-8a. 9-11
Escuchad, ahora, hermanos, las palabras del Santo Evangelio según San Mateo.
En aquel tiempo unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
- ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto su estrella y venimos a adorarlo. Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.
Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos y los mandó a Belén. Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir se puso a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María su Madre y cayendo de rodillas lo adoraron.
Palabra del Señor.

Investigando algo más, he comprobado que en Alemania (y Austria) existe efectivamente esta costumbre, denominada "Los cantores de la estrella". Consiste en que cada 6 de Enero, los niños católicos, vestidos cual Reyes Magos y portando la estrella de Belén, se dan a la tarea de cantar de puerta en puerta y dejar escrito en ella el C+M+B más el año correspondiente (eg, 20+…+10), signo de que ahí estuvieron los Reyes Magos (ie, Caspar, Melchor y Baltazar), o bien, según otra explicación, que “Cristo bendiga la casa” (ie, Christus mansionem benedicat).

Además en el Directorio de Piedad popular del 2002 (como ves, publicado en la web oficial del Vaticano) se explica muy bien:
"la bendición de las casas, sobre cuyas puertas se traza la cruz del Señor, el número del año comenzado, las letras iniciales de los nombres tradicionales de los santos Magos (C+M+B) [en algunas lenguas], explicadas también como siglas de "Christus mansinem benedicat", escritas con una tiza bendecida; estos gestos, realizados por grupos de niños acompañados de adultos, expresan la invocación de la bendición de Cristo por intercesión de los santos Magos y a la vez son una ocasión para recoger ofrendas que se dedican a fines misioneros y de caridad;"

martes, 4 de enero de 2011

La estrella de Belén

La estrella que guió a los magos hasta el lugar de Belén donde nació Jesús constituye desde hace siglos uno de los símbolos asociados a la Navidad. Para muchos desmitificadores, el episodio en cuestión no pasa de ser un relato fantasioso creado por el cristianismo primitivo. Por el contrario, no han sido pocos los que han tratado de dar una explicación científica al fenómeno, aceptando su verdad histórica. Pero aquella estrella, en realidad un astro según el Evangelio de San Mateo, ¿qué fue en realidad?

¿Cuándo nació Jesús?
Para intentar descubrir algo sobre aquella estrella y su cometido, hay primero que investigar algo sobre el nacimiento histórico de Jesús. Según el Evangelio de San Mateo -el primer texto del Nuevo Testamento- se dice que Jesús había nacido cuando aún reinaba Herodes el Grande. Este paranóico monarca había ordenado unos años antes la ejecución de todos los menores de 2 años, deduciendo la fecha del nacimiento de Jesús a partir del relato que le realizaron los Reyes Magos cuando les mandó llamar a su palacio (Mateo, 2, 7-16). Herodes murió, casi con seguridad, a finales de marzo o principios de abril del año 4 a.C. Todo ello, junto con otros argumentos, sitúa la fecha del nacimiento de Cristo hacia el año 6 ó 7 a.C.
Este desfase respecto a nuestro calendario "oficial" coincide con dos errores cometidos por Dionisio Exiguo al formular el calendario cristiano en el año 525. Dionisio calculó el año de la natividad a partir de las fechas de reinado de los emperadores de Roma, pero olvidó que César Augusto había mandado cuatro años con el nombre de Octavio y también omitió el Año Cero (justificable puesto que los romanos no usaban el número cero).
Por tanto, Jesús habría venido a este mundo en una fecha que bien podría ser el 6 o 7 a. de C.
Para celebrar su venida al mundo, y al no conocerse el día y mes exactos, se situó en el calendario adaptando una fiesta pagana. La celebración de la Navidad se menciona por primera vez el siglo IV, aunque es posible que se celebrara desde mucho antes. Tradicionalmente, la iglesia cristiana se adaptó a las prácticas paganas existentes y las cristianizó. Desde antes de la fundación de Roma existía una fiesta celta muy popular, Sol Invictus (el Sol Invicto), que celebraba el día más corto y, con ello, la venida de días mejores. En vez de abolirla, la iglesia la adaptó a las prácticas cristianas celebrando la Navidad.
La celebración de ese día era muy similar a la nuestra Navidad "comercial" del siglo XXI: se adornaban las casas con ramos verdes, se celebraban desfiles y comidas especiales y, sorprendentemente, se intercambiaban regalos.

¿Qué fue la estrella de Belén?
Desde hace siglos los científicos y astrónomos han especulado sobre posibles teorías que explicasen la existencia de la "estrella" de Belén. De todas ellas aquí tenemos las más habituales:
Un cometa.- Esta representación es relativamente reciente (procede de la Edad Media). En su cuadro 'La adoración de los Reyes' (que puedes ver arriba), Giotto se inspiró para representar a la Estrella en el paso del Halley el año 1301, en la época en que realizó la pintura. Pero, de hecho, no hay ningún registro conocido en ninguna civilización antigua del paso de un cometa brillante hacia los años 7-6 a.C. Sí que está narrado (por astrónomos chinos) el paso del Halley en el 12 a.C., unos 5 ó 6 años antes del nacimiento de Jesús, demasiado pronto para poder ser asociado con la Estrella.
Meteoritos.- Un único meteorito, aunque hubiese sido muy brillante, es un fenómeno que tiene una duración demasiado breve (del orden de una fracción de segundo normalmente, aunque la estela de un bólido puede perdurar varios minutos) como para servir de guía a los Magos en su viaje.
Un planeta.- A veces se ha asociado a la Estrella con Venus, pero resulta difícil de creer que los Magos, astrólogos de larga experiencia, se sorprendiesen por la situación o el aspecto de cualquiera de los planetas pues éstos presentan un comportamiento perfectamente regular.
Una nova.- Aquí nos encontramos con la primera explicación con cierta solidez, ya que en febrero del año 5 a.C., los chinos y coreanos afirmaron haber visto lo que parece haber sido una nova brillante en el sur de la constelación del Águila. Esta estrella pudo observarse durante al menos setenta días y habría aparecido en el este del cielo matutino.
Mateo comenta que la estrella iba delante de los Magos en su camino de Jerusalén a Belén. ¿Cómo pudo esto ser así? La respuesta podría ser que, al igual que todas las estrellas, la nova habría salido cuatro minutos antes cada día. Si los Magos tardaron dos meses en llegar desde Persia a Jerusalén, una distancia de unos mil doscientos kilómetros, la estrella ya se habría visto en el sur al amanecer, justo la dirección de Belén desde Jerusalén. Así que, partiendo de Jerusalén al amanecer, la estrella les habría guiado a Belén.
Una conjunción de planetas.- Esta es la hipótesis que ofrece más posibilidades. La agrupación de dos o más planetas en una pequeña región del cielo puede ofrecer un aspecto espectacular y perdurar un periodo de tiempo suficientemente prolongado, lo que podría corresponderse con el fenómeno de la Estrella.
La noche del 17 de diciembre de 1603, el astrónomo Kepler se hallaba sentado en el Hrasdchin de Praga observando la conjunción de los planetas Saturno y Júpiter, que se producía en la constelación de los Peces. Mientras se afanaba por calcular sus posiciones, Kepler dio con un escrito del rabino Abarbanel en el que se afirmaba que el nacimiento del Mesías debía producirse precisamente en esas circunstancias cósmicas. Dado que era cristiano, este dato llamó la atención de Kepler que no pudo dejar de preguntarse si el nacimiento de Jesús había tenido lugar en una fecha en que se hubiera producido un fenómeno similar.
Realizando sus cálculos astronómicos, Kepler descubrió que una conjunción semejante se había dado en el 6-7 a. de C. Cuál no sería su sorpresa al percatarse de que esa fecha encajaba a la perfección con los datos proporcionados por el Evangelio de Mateo.
Pero aún más exacto que Kepler fue P.Schnabel, en 1925. Entre otras labores, este erudito descifró unos escritos cuneiformes de la escuela de astrología de Sippar, en Babilonia. En ellos se hacía referencia a la mencionada conjunción en el 7 a. de C. y se indicaba que Júpiter y Saturno habían sido visibles durante un período de cinco meses. Efectivamente, hacia el final de febrero del 7 a. de C. atravesaba el firmamento la constelación mencionada. El 12 de abril ambos planetas efectuaron su orto helíaco a una distancia de 8 grados de longitud en la constelación de los Peces. El 29 de mayo se vio durante dos horas la primera aproximación. La segunda conjunción tuvo lugar el 3 de octubre, el día del Yom Kippur judío o fiesta de la Expiación. El 4 de diciembre se vio por tercera y última vez.
Una vez más, los datos encajaban con el Evangelio de san Mateo e incluso explicarían la manera en que los magos pudieron ver la “estrella” y seguirla durante meses hasta llegar a Palestina. La misma se habría aparecido en diversas ocasiones -la primera llamando su atención, la última indicándoles donde estaba el niño. De esa manera, por lo tanto, Jesús habría nacido en mayo u octubre del 7 a. de C. -más verosímilmente en la primera fecha- y, como señala el primer libro del Nuevo Testamento, su nacimiento había venido acompañado de la visión de un astro en el cielo, astro rastreado por los magos.

Los Reyes Magos
Muy posiblemente, fue esta conjunción la vista por los magos de los que habla san Mateo. De estos personajes no se hace ninguna descripción. No sabemos cuántos eran o de dónde procedieron. Y, desde luego, no dice por ninguna parte que fueran reyes. Se les otorgó el estatus real en el canon eclesiástico el siglo VI. Tampoco se comenta cuántos acudieron a la cita, aunque fue más de uno porque se usa el plural. Como llevaron tres regalos, se ha supuesto que fueron tres, pero representaciones de la natividad en iglesias muy antiguas muestran a veces dos, cuatro o hasta doce magos. El termino magos no se refiere a que practicaran las artes ocultas sino que pertenecían a la tribu meda del mismo nombre ya mencionada por Heródoto y que, al parecer, contaban con conocimientos astronómicos. Sin duda, e trataba de astrólogos que habían visto e interpretado algún fenómeno celeste que les llevó a Jerusalén. La tradición cristiana fue asentando que fueron tres y sus nombres: Melchor, Gaspar y Baltasar.

No sabemos con exactitud si la estrella de Belén corresponde esta conjunción de astros, si se trató de algún otro fenómeno desconocido, o incluso una sencilla manifestación sobrenatural. Como en tantas otras ocasiones, el análisis de los datos proporcionados por las Escrituras puede constituir un enigma pero es asombroso ver como estos datos encajan poco a poco en la historia.
Esta estrella misteriosa que todos ponemos en nuestro Belén doméstico o sobre el árbol de Navidad, podría ser una de esas piezas prodigiosas que se insertan en la historia. Como parte de un rompecabezas cuya dimensión y complejidad se escapa tantas veces a nuestra comprensión.

Fuentes utilizadas
¿Qué fue la estrella de Belén? (César Vidal)
¿Una estrella en Belén? (Mark Kidger)
¿Pero hubo una estrella en Belén? (El Mundo. Rafael Bachiller)