martes, 4 de enero de 2011

La estrella de Belén

La estrella que guió a los magos hasta el lugar de Belén donde nació Jesús constituye desde hace siglos uno de los símbolos asociados a la Navidad. Para muchos desmitificadores, el episodio en cuestión no pasa de ser un relato fantasioso creado por el cristianismo primitivo. Por el contrario, no han sido pocos los que han tratado de dar una explicación científica al fenómeno, aceptando su verdad histórica. Pero aquella estrella, en realidad un astro según el Evangelio de San Mateo, ¿qué fue en realidad?

¿Cuándo nació Jesús?
Para intentar descubrir algo sobre aquella estrella y su cometido, hay primero que investigar algo sobre el nacimiento histórico de Jesús. Según el Evangelio de San Mateo -el primer texto del Nuevo Testamento- se dice que Jesús había nacido cuando aún reinaba Herodes el Grande. Este paranóico monarca había ordenado unos años antes la ejecución de todos los menores de 2 años, deduciendo la fecha del nacimiento de Jesús a partir del relato que le realizaron los Reyes Magos cuando les mandó llamar a su palacio (Mateo, 2, 7-16). Herodes murió, casi con seguridad, a finales de marzo o principios de abril del año 4 a.C. Todo ello, junto con otros argumentos, sitúa la fecha del nacimiento de Cristo hacia el año 6 ó 7 a.C.
Este desfase respecto a nuestro calendario "oficial" coincide con dos errores cometidos por Dionisio Exiguo al formular el calendario cristiano en el año 525. Dionisio calculó el año de la natividad a partir de las fechas de reinado de los emperadores de Roma, pero olvidó que César Augusto había mandado cuatro años con el nombre de Octavio y también omitió el Año Cero (justificable puesto que los romanos no usaban el número cero).
Por tanto, Jesús habría venido a este mundo en una fecha que bien podría ser el 6 o 7 a. de C.
Para celebrar su venida al mundo, y al no conocerse el día y mes exactos, se situó en el calendario adaptando una fiesta pagana. La celebración de la Navidad se menciona por primera vez el siglo IV, aunque es posible que se celebrara desde mucho antes. Tradicionalmente, la iglesia cristiana se adaptó a las prácticas paganas existentes y las cristianizó. Desde antes de la fundación de Roma existía una fiesta celta muy popular, Sol Invictus (el Sol Invicto), que celebraba el día más corto y, con ello, la venida de días mejores. En vez de abolirla, la iglesia la adaptó a las prácticas cristianas celebrando la Navidad.
La celebración de ese día era muy similar a la nuestra Navidad "comercial" del siglo XXI: se adornaban las casas con ramos verdes, se celebraban desfiles y comidas especiales y, sorprendentemente, se intercambiaban regalos.

¿Qué fue la estrella de Belén?
Desde hace siglos los científicos y astrónomos han especulado sobre posibles teorías que explicasen la existencia de la "estrella" de Belén. De todas ellas aquí tenemos las más habituales:
Un cometa.- Esta representación es relativamente reciente (procede de la Edad Media). En su cuadro 'La adoración de los Reyes' (que puedes ver arriba), Giotto se inspiró para representar a la Estrella en el paso del Halley el año 1301, en la época en que realizó la pintura. Pero, de hecho, no hay ningún registro conocido en ninguna civilización antigua del paso de un cometa brillante hacia los años 7-6 a.C. Sí que está narrado (por astrónomos chinos) el paso del Halley en el 12 a.C., unos 5 ó 6 años antes del nacimiento de Jesús, demasiado pronto para poder ser asociado con la Estrella.
Meteoritos.- Un único meteorito, aunque hubiese sido muy brillante, es un fenómeno que tiene una duración demasiado breve (del orden de una fracción de segundo normalmente, aunque la estela de un bólido puede perdurar varios minutos) como para servir de guía a los Magos en su viaje.
Un planeta.- A veces se ha asociado a la Estrella con Venus, pero resulta difícil de creer que los Magos, astrólogos de larga experiencia, se sorprendiesen por la situación o el aspecto de cualquiera de los planetas pues éstos presentan un comportamiento perfectamente regular.
Una nova.- Aquí nos encontramos con la primera explicación con cierta solidez, ya que en febrero del año 5 a.C., los chinos y coreanos afirmaron haber visto lo que parece haber sido una nova brillante en el sur de la constelación del Águila. Esta estrella pudo observarse durante al menos setenta días y habría aparecido en el este del cielo matutino.
Mateo comenta que la estrella iba delante de los Magos en su camino de Jerusalén a Belén. ¿Cómo pudo esto ser así? La respuesta podría ser que, al igual que todas las estrellas, la nova habría salido cuatro minutos antes cada día. Si los Magos tardaron dos meses en llegar desde Persia a Jerusalén, una distancia de unos mil doscientos kilómetros, la estrella ya se habría visto en el sur al amanecer, justo la dirección de Belén desde Jerusalén. Así que, partiendo de Jerusalén al amanecer, la estrella les habría guiado a Belén.
Una conjunción de planetas.- Esta es la hipótesis que ofrece más posibilidades. La agrupación de dos o más planetas en una pequeña región del cielo puede ofrecer un aspecto espectacular y perdurar un periodo de tiempo suficientemente prolongado, lo que podría corresponderse con el fenómeno de la Estrella.
La noche del 17 de diciembre de 1603, el astrónomo Kepler se hallaba sentado en el Hrasdchin de Praga observando la conjunción de los planetas Saturno y Júpiter, que se producía en la constelación de los Peces. Mientras se afanaba por calcular sus posiciones, Kepler dio con un escrito del rabino Abarbanel en el que se afirmaba que el nacimiento del Mesías debía producirse precisamente en esas circunstancias cósmicas. Dado que era cristiano, este dato llamó la atención de Kepler que no pudo dejar de preguntarse si el nacimiento de Jesús había tenido lugar en una fecha en que se hubiera producido un fenómeno similar.
Realizando sus cálculos astronómicos, Kepler descubrió que una conjunción semejante se había dado en el 6-7 a. de C. Cuál no sería su sorpresa al percatarse de que esa fecha encajaba a la perfección con los datos proporcionados por el Evangelio de Mateo.
Pero aún más exacto que Kepler fue P.Schnabel, en 1925. Entre otras labores, este erudito descifró unos escritos cuneiformes de la escuela de astrología de Sippar, en Babilonia. En ellos se hacía referencia a la mencionada conjunción en el 7 a. de C. y se indicaba que Júpiter y Saturno habían sido visibles durante un período de cinco meses. Efectivamente, hacia el final de febrero del 7 a. de C. atravesaba el firmamento la constelación mencionada. El 12 de abril ambos planetas efectuaron su orto helíaco a una distancia de 8 grados de longitud en la constelación de los Peces. El 29 de mayo se vio durante dos horas la primera aproximación. La segunda conjunción tuvo lugar el 3 de octubre, el día del Yom Kippur judío o fiesta de la Expiación. El 4 de diciembre se vio por tercera y última vez.
Una vez más, los datos encajaban con el Evangelio de san Mateo e incluso explicarían la manera en que los magos pudieron ver la “estrella” y seguirla durante meses hasta llegar a Palestina. La misma se habría aparecido en diversas ocasiones -la primera llamando su atención, la última indicándoles donde estaba el niño. De esa manera, por lo tanto, Jesús habría nacido en mayo u octubre del 7 a. de C. -más verosímilmente en la primera fecha- y, como señala el primer libro del Nuevo Testamento, su nacimiento había venido acompañado de la visión de un astro en el cielo, astro rastreado por los magos.

Los Reyes Magos
Muy posiblemente, fue esta conjunción la vista por los magos de los que habla san Mateo. De estos personajes no se hace ninguna descripción. No sabemos cuántos eran o de dónde procedieron. Y, desde luego, no dice por ninguna parte que fueran reyes. Se les otorgó el estatus real en el canon eclesiástico el siglo VI. Tampoco se comenta cuántos acudieron a la cita, aunque fue más de uno porque se usa el plural. Como llevaron tres regalos, se ha supuesto que fueron tres, pero representaciones de la natividad en iglesias muy antiguas muestran a veces dos, cuatro o hasta doce magos. El termino magos no se refiere a que practicaran las artes ocultas sino que pertenecían a la tribu meda del mismo nombre ya mencionada por Heródoto y que, al parecer, contaban con conocimientos astronómicos. Sin duda, e trataba de astrólogos que habían visto e interpretado algún fenómeno celeste que les llevó a Jerusalén. La tradición cristiana fue asentando que fueron tres y sus nombres: Melchor, Gaspar y Baltasar.

No sabemos con exactitud si la estrella de Belén corresponde esta conjunción de astros, si se trató de algún otro fenómeno desconocido, o incluso una sencilla manifestación sobrenatural. Como en tantas otras ocasiones, el análisis de los datos proporcionados por las Escrituras puede constituir un enigma pero es asombroso ver como estos datos encajan poco a poco en la historia.
Esta estrella misteriosa que todos ponemos en nuestro Belén doméstico o sobre el árbol de Navidad, podría ser una de esas piezas prodigiosas que se insertan en la historia. Como parte de un rompecabezas cuya dimensión y complejidad se escapa tantas veces a nuestra comprensión.

Fuentes utilizadas
¿Qué fue la estrella de Belén? (César Vidal)
¿Una estrella en Belén? (Mark Kidger)
¿Pero hubo una estrella en Belén? (El Mundo. Rafael Bachiller)

3 comentarios:

  1. Juan Pedro JP o pedraco para los amigos24 de marzo de 2011, 20:12

    Me ha parecido interesante...


    Vale no le leido era muy largo. No en serio tenia q hacer un trabajo sobre la estrella de belen y la mayoria de la informació la e sacado de aqui

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  2. Entonces el apocalipsis maya de 2012, con el error de 7 años en nuestro calendario hace 7 años que debió suceder, y aquí estamos...

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