sábado, 28 de mayo de 2011

¿Significa algo sufrir?

¿Cuánto tiempo tiene que habitar una idea en el interior para ser incómoda? ¿una semana? ¿un mes? Cada uno tendrá su umbral de incomodez de pensamiento. Yo tengo una idea que hace tiempo superó esa linea roja. Desde el mismo día que comencé este blog me ronda en la cabeza hablar sobre el sufrimiento humano. Es misterioso porque a todos nos toca con intensidad en nuestra vida, de una u otra forma. Pero en estos dos años no he sido capaz de concretar nada porque siempre he querido abarcar todos los puntos de vista. Todos los ángulos y matices.
En todo este tiempo me he dado cuenta de que he sido demasiado ambicioso, porque al fin y al cabo mi sabiduría es bastante limitada, y mi tiempo todavía más. Así que aunque hay multitud de prismas a través de los que mirar esta realidad, he intentado sintetizar lo fundamental que he aprendido, intentando hacerlo comprensible. Veo así exactamente cuatro cosas respecto al sufrimiento humano:

1 - por mucho que nos empeñemos y luchemos, no escaparemos a la experiencia del sufrimiento en nuestra vida. Tiene demasiadas formas y colores para escapar, así que estamos abocados a afrontarlo en numerosas ocasiones durante nuestra vida.

2 - La intensidad del sufrimiento que nos encontraremos será en ocasiones tan grande que superará nuestra capacidad de explicación. En algunos casos tiñe la existencia de un gris tan plomizo que el aire se hará espeso y la realidad nos aplastará, haciéndose difícil respirar.

3 - ¿Quién tiene la culpa de este sufrimiento? ¿Quién lo provoca?
El que cree en la existencia de un Dios, puede dejar de hacerlo al pensar que Dios no puede provocar esa realidad tan dura. El que no cree, apuntalará su visión con este mismo argumento.
Y todos podemos preguntarnos: ¿Por qué? ¿Por qué me pasa esto?
La pregunta para mi es: ¿tiene algún sentido el sufrimiento? ¿o es un sinsentido? 
Si esta experiencia de sufrimiento profundo no tiene ningún sentido, la existencia es un absurdo, un fruto del azar. Pero si la vida tiene un sentido, el sufrimiento tiene que existir para algo, tiene que ser parte de un proyecto mayor.
Al pensar en el sufrimiento, en una primera explicación podemos razonar así:
el sufrimiento, como el mal, es la consecuencia de la libertad del hombre. Como cada persona puede hacer lo que quiera, si alguien hace mal uso de su libertad causa un mal y un sufrimiento al otro.
¿Pero entonces? ¿qué hay de los terremotos? ¿de los niños que nacen con enfermedades que nadie ha causado?
Si estas son las premisas de mi razonamiento, la conclusión lógica es que Dios no existe. O que si existe es malvado.
Sin embargo hay algo en mi experiencia del sufrimiento que añade otra premisa a esta ecuación. Cuando me he encontrado un sufrimiento profundo, he experimentado una intensidad inabarcable por mi mente. El mundo entero se hacía inútil para repararlo, y toda mi realidad se desvanecía. No era posible obtener la paz de ningún sitio porque todo se había evaporado. Sin embargo, la oración inexplicablemente me condujo a una paz interior. Acercarme a Dios y abandonarme en sus manos con total confianza.
No tengo la respuesta a la pregunta planteada, pero según mi experiencia, Dios es más bien una ayuda en el sufrimiento que una causa...

4 - Contestar a la pregunta de "por qué" no es posible cuando tenemos el sufrimiento aplastándonos. Sin embargo, si concebimos la vida como un todo con sentido, poco a poco la luz sobre nuestra vida alumbrará esos espacios que quedaron escondidos en nuestro interior, distinguiendo así una una función. Un sentido.

Por tanto, es inútil tratar de responder a alquien sobre el sentido de su sufrimiento. Bastante difícil es encontrar el nuestro y bastantes años nos lleva en ocasiones, como para dar respuesta de un plumazo a una situación ajena. No comprendemos la intensidad, ni los mil matices, ni el conjunto de las experiencias del otro. Con lo que si nos aventuramos en esta labor interpretativa de vidas, nos equivocaremos casi con toda seguridad.
Lo único útil que podemos hacer es escuchar. Acompañar. Orar. Ofrecer la posibilidad de Dios, con la que obtenemos paz en el sufrimiento y una luz que poco a poco irá tiñendo todo de sentido. Conduciéndonos a una existencia plena, aunque esté cargada de sufrimientos multiformes.

Al que haya llegado hasta aquí siguiendo mis palabras, le ruego encarecidamente que escuche la siguiente "semilla", que nos habla de forma brillante sobre todo esto:

Cuando escribimos ¿X qué? en vez de ¿Por qué?

viernes, 20 de mayo de 2011

Alexia

El documental no es un género que se exponga demasiado en las salas españolas. Las distribuidoras se aseguran de que la cinta tenga interés y tirón antes de lanzarla al mundo exterior. Por eso siempre que un documental asoma por las salas comerciales, merece la pena pararse y ver de qué se trata.
El pasado 13 de Mayo se estrenó "Alexia", de Pedro Eugenio Delgado. ¿Qué es lo interesante? ¿Qué poder de atracción puede tener para que se estrene en salas comerciales?

“Alexia” presenta la historia real de Alexia González Barros, una chica madrileña fallecida en 1985, a los 14 años, como consecuencia de un tumor en la columna vertebral. La entereza, fe y esperanza con que esta niña, divertida y aficionada a la música y el baile, vivió su dolorosa enfermedad, llamaron enseguida la atención. Desde entonces, su fama se ha extendido y son muchas las personas que se encomiendan a ella. Un ejemplo de todo ello es su lema: “Jesús, que yo haga siempre lo que tú quieras”. En 1993, se inició su proceso de beatificación. No es de extrañar, por tanto, que el subtítulo de la película sea “La verdadera historia de una adolescente que miró a Dios cara a cara”.
El documental, narrado en primera persona por la propia Alexia (con la voz de Miriam Fernández) y por Hugo, su ángel de la guarda, va reconstruyendo la vida de la joven con testimonios de familiares y amigos, además de bastantes imágenes de su vida cotidiana, gracias a la afición de su padre por el súper-8. El resultado es “una película que conmueve, hace reír, llorar y dar gracias a Dios por sus obras”, afirman los organizadores del Ciclo de preestrenos de laJornada Mundial de la Juventud, dentro del cual se proyectará el próximo 4 de mayo. “Muy lejos y muy superior –añaden- a una película de ficción que, dicen, se inspiró también en su vida”, apostillan.
Esta película de ficción veladamente aludida es Camino (Javier Fesser, 2008). Aparte de su innegable talento visual y de su calidad interpretativa, Camino tenía un problema: era profundamente manipuladora (esta reseña lo analiza y expresa bien: Camino, de Javier Fesser). En su estreno, Javier Fesser decía: "Camino no es un diagnóstico del Opus Dei, es una radiografía". Intentaba manifestar así un supuesto carácter aséptico al mostrar los hechos. Desde este punto de partida, introduciendo al comienzo un "inspirado en hechos reales" hace que el espectador medio dé por cierto lo que ve o que. Si hay suerte, lo cuestionará, y en casos excepcionales, intentará conocer la historia real.
Quien haya leído el libro "regalo de Dios" o haya conocido la historia de cerca, se da cuenta de que lejos de mostrar la realidad para que el espectador construya una opinión, da la impresión de que Fesser recoge ciertos elementos reales y los aliña en abundancia para alimentar una opinión preconcebida. La película destila cierto resentimiento latente de quien no comprende bien ciertas realidades. Pero Fesser, que atesora un gran talento, no tiene toda la culpa: quizás nadie se lo había explicado bien.
En contraste, el documental Alexia parece aproximarse al universo de la joven con cuidado y respeto, sin prejuicios ni ficción añadida. Nos pone ante un enigma sobrecogedor: ¿qué operaba en el interior de Alexia? ¿qué ocurría en esta joven que sufría y sabía que iba a morir pronto?

El trailer: