viernes, 28 de octubre de 2016

Halloween, ¿cuál es el problema?

Cuando se aproximan estas fechas me encuentro cada año con una mayor presencia Halloween entre nosotros. Mire donde mire habrá una calabaza en un escaparate, una telaraña en una ventana o un murciélago colgando del techo.
De igual forma me encuentro cada final de octubre con un rechazo mayor, a veces incluso visceral.
A la hora de dar razones en contra de Halloween, esa tradición festiva y oscura al tiempo, han surgido a lo largo de los años varias teorías y argumentos. Algunos apoyados en razonamientos rigurosos, otros llenos de tópicos e inexactitudes, y otros que son un directamente un delirio desproporcionado.
Lo cierto es que se trata de una noche en la que se han unido ingredientes de tan variada procedencia y naturaleza que vivir hoy Halloween es una experiencia tan extraña como comerse una pizza de gominolas y gusanos.
Explicar la realidad de Halloween se me antoja tan complicado como explicar la teoría de cuerdas.
Y aún consciente de esta dificultad, cada año por estas fechas he ido construyendo en espiral una visión que creo ha llegado el momento de compartir, sabiendo no obstante que decepcionaré a casi todos como es mi sana costumbre.
Supongo que a veces, analizar las cosas de forma aséptica no es lo mejor, pero me gusta tanto que a veces pienso que soy un cirujano frustrado... así que diseccionaré los aspectos claves de esta celebración/fiesta con el rigor máximo que mi tiempo me ha permitido, recorriendo posturas y tópicos que han surgido a su alrededor. Intentando arrojar algo de luz y así vislumbrar si existe algún problema real con esta tradición, y cual podría ser este.
Tres serán las áreas fundamentales: el origen de Halloween, cómo se vive hoy, y las objeciones/peligros que conlleva.

Origen en el "Samhain" celta
Como cuando miramos los ingredientes de un alimento envasado y leemos "puede contener trazas de huevo", lo mismo podemos aplicar a esta cuestión: no es cierto que el origen de lo que hoy conocemos por Halloween tenga origen exclusivamente pagano, pero sí que podría haber "trazas" de paganismo en ello.
Existe una opinión generalizada de que la fiesta celta Samhain es el origen de Haloween.
Es posible que algo tenga que ver, pero lo cierto es que sobre la religión de los druidas no se sabe mucho, pues no hay escritos sobre ella. Todo se transmitía de generación en generación.
Lo que sí se sabe es que las festividades del Samhain se celebraban muy posiblemente entre el 5 de noviembre y el 7 de noviembre (a la mitad del equinoccio de otoño y el solsticio de invierno) con una serie de festividades que duraban una semana, finalizando con la fiesta de «los espíritus» e iniciando con ello el año nuevo celta. En esta fiesta de los espíritus celebraban lo que para los cristianos sería el «cielo y la tierra» (conceptos que llegaron solo con el cristianismo).
La coincidencia aproximada de las fechas y de la temática ha hecho pensar que pueda tener que ver con el origen, aunque esta conexión no es del todo segura, y se ha ido rellenando con detalles irreales y con mucha imaginación.

Origen de la fiesta de Todos los Santos
Es habitual también encontrarse con el argumento siguiente, que viene enlazado del anterior:
Como existía una fiesta pagana el 31 de octubre anterior al siglo IX, la Iglesia trasladó su festividad de todos los santos al 1 de Noviembre para cristianizar y arrojar esperanza cristiana ella.
Esta costumbre de cristianizar e iluminar ciertas fiestas paganas se ha dado en otros puntos de la historia, y no tendría nada de particular, salvo por el hecho de que no parece ser cierta en el caso de Halloween:
La fiesta de Todos los Santos se celebraba el 13 de mayo en la Iglesia Latina. En este caso sí se la hizo coincidir con una fiesta pagana (el final del festival de las Lemuria), que en el calendario juliano eran los días 9, 11 y 13 de mayo.
En una fecha indeterminada, Gregorio III (731-741) trasladó la fecha de mayo al primero de noviembre con ocasión de la dedicación de la capilla de San Pedro para las reliquias «de los Santos Apóstoles y todos los santos, mártires y confesores, y de todos los justos». Pero era una fiesta sólo local, de la diócesis de Roma. Cien años después, Ado de Viena (875) relata en sus crónicas la consulta de Gregorio IV (827-844) a Ludovico Pío acerca de la conveniencia de extender la fiesta del 1 de noviembre a todo el Imperio Franco. Ninguno de los dos Gregorios parecía pensar ni en el Samhain, ni en los druidas, ni en las calabazas. Se quería reconocer y dar el culto debido a «Todos los Santos», incluso los que no tenían fiesta propia.
La fiesta de la Conmemoración de los Fieles Difuntos, no se estableció el 2 de noviembre hasta el año mil, aproximadamente, por san Odilón, en el monasterio de Clunny. Evidentemente, tampoco pensaba en los celtas.

Origen cristiano
Si excavamos un poco más, lo cierto es que sí encontramos rastros fiables cristianos (y en concreto católicos) en el origen de Halloween.
Para empezar, la palabra Halloween tiene en sí un origen cristiano: "Hallow-e’en" es el término en inglés antiguo para la víspera de Todos los Santos; "e’en" es la abreviatura de eve o víspera, Hallow proviene de Holly, es decir Santo. Por tanto, la evolución lingüistica del término sería algo como:
"All Hallows Eve" - "Hallow-e’en" - "Halloween".
El par de grandes fiestas "Santos-Difuntos" pareció complementarse con la víspera, como todas las fiestas cristianas.
A lo largo de los siglos, en cada región, se celebraba esta víspera de todos los santos, incluyéndose costumbres propias.
Es posible que la conexión de Halloween con el recuerdo de los muertos y su ambiente inquietante fuese una influencia en ciertas regiones de la antigua fiesta de "Samhain". O puede que simplemente fuese una forma popular de contrarestar/complementar la fiesta oficial que se vivía al día siguiente (algo similar al carnaval previo a Semana Santa).


¿Y las calabazas con la cara cortada y una vela dentro? La leyenda de “Jack O’Lantern” (Jack y el farol) es una fábula irlandesa que intenta enseñar a los niños el peligro de engañar a Dios y al diablo. Jack es un muchacho listo pero perezoso, que nunca hace lo que promete y que muere después de engañar al diablo tres veces. Cuando se presenta frente a San Pedro y luego frente al diablo, ninguno le deja entrar, y al final el diablo le condena a errar por el mundo con un farol con una brasa dentro como única forma de iluminación. Parece que en su paso por Estados Unidos se añadió la calabaza.
Así mismo, para la tradición de pedir golosinas he encontrado dos teorías:
- la primera, cristiana: los niños iban de casa en casa pidiendo perdón por las pequeñas fechorías del año, y como muestra de reconciliación, los vecinos les regalaban un dulce.
- la segunda, fruto del conflicto católico-protestante: durante la persecución que hicieron los protestantes en Inglaterra (1500-1700) contra los católicos, estos no tenían derechos legales. Un incidente, producto de esta persecución fue un fallido atentado contra el rey protestante Jaime I. Esto generó una fiesta que muy pronto se convirtió en una gran celebración en Inglaterra, en la que muchas bandas de protestantes, ocultos con máscaras, celebraban esta fecha visitando a los católicos de la localidad y exigiéndoles cerveza y pasteles para su celebración, diciéndoles: "Trick or Treat". Más tarde, esta tradición ("Día de Guy Fawkes") llegó a las colonias con los primeros colonos que llegaron a América y se trasladaría al 31 de octubre para unirla con la fiesta del Halloween.

Halloween es una fiesta satánica
Esta afirmación es cierta, aunque por asimilación. Muy posiblemente, producto de su identificación con la fiesta de los druidas, en la cual supuestamente se "invocaba" a los muertos y los mismos sacerdotes servían de médium, esta celebración del 31 de Octubre se ha ido identificando con diversos grupos "neo paganos" y peor aun, con celebraciones satánicas y ocultistas.
Pero la asociación no es de origen sino circunstancial, ya que las formaciones y sectas satánicas organizadas aparecen en el mismo siglo XX, y cualquier precedente de satanismo no organizado en la historia es muy posterior a los orígenes de Halloween (tanto los supuestos celtas, como los católicos).

No obstante, y aunque esa asociación sea circunstancial, el llamado hoy en día "festival de la muerte" es reconocido por todos los satánicos, ocultistas y adoradores del diablo como víspera del año nuevo para la brujería. Anton LaVey, autor de la "La Biblia Satánica" y sumo sacerdote de la Iglesia de Satanás, dice que hay tres días importantes para los satánicos: su cumpleaños, el 30 de Abril y el más importante: Halloween. 
La noche de Halloween se ha ligado por tanto de tal manera al ocultismo que es un hecho comprobado que la noche del 31 de Octubre en muchos países se realizan misas negras, cultos espiritistas, y otras reuniones relacionadas con el mal y el ocultismo.

Algunos de estos elementos se han mezclado también en la celebración actual y mundana de Halloween, añadiendo un halo de oscuridad y una estética emparentada con el ocultismo. Se ha creado así en ciertos ambientes un clima de celebración de la muerte, con expresiones ciertamente satánicas.
Aún así, siendo justos, decir que se rechaza Halloween porque es una fiesta satánica es como decir que rechazamos la Navidad porque es consumista. Aunque en la Navidad actual reine el consumismo y haya grupos satánicos que adopten Halloween como su noche, la Navidad es la celebración del nacimiento de Cristo y Halloween era la vispera de Todos los Santos.

Halloween hoy. ¿Cómo lo entiende la mayoría?
Por mucho que buceemos en la historia de esta tradición, basta con una mirada a nuestro alrededor para darnos cuenta de que hoy Halloween no conserva nada de su origen cristiano. El nombre así como alguna de sus tradiciones han quedado desconectadas y nadie sabe ya de su origen real.
Lo que hoy toda la sociedad occidental entiende por Halloween es una fiesta de disfraces que toma la calle con disfraces de temática terrorífica, donde los niños consiguen caramelos, todo se ilumina con calabazas y se da cierto permiso a la transgresión.

©Nearsoft (Flickr)
Para los niños, Halloween tiene tres ingredientes muy atractivos: disfraces, caramelos e historias de miedo. El hecho de que sea una tradición en la que habitan personajes e historias de terror no sería en principio más problemático que cualquier hoguera de campamento dedicada a cuentos de fantasmas.

Sin embargo, no deja de ser cierto que cuando Halloween deja de celebrarse en ambiente familiar e infantil, entra en terrenos más oscuros, creándose a veces conexiones con lo esotérico, el ocultismo, e incluso el espiritismo.

Por otra parte, no hay que olvidar otro de los ingredientes del Halloween de hoy: su envoltura en un ambiente consumista, alimentado por la potente industria cinematográfica y televisiva con la que hemos sido bombardeados durante los últimos 60 años, así como por los comercios y grandes almacenes que intentan explotarlo creando un ambiente festivo.

Pero entonces ¿existe algún peligro? ¿cuál es el problema?
Como hemos visto y observamos fácilmente, hoy en día tenemos una fiesta eminentemente consumista, llena de disfraces terroríficos, con caramelos y calabazas. Ya no hay ninguna conexión con sus raíces cristianas como víspera de Todos los Santos, y menos con ancestrales fiestas druidas.
Debido a su temática, ha ido adquiriendo ciertos tintes esotéricos y muchas sectas la han adoptado como su noche más importante.
¿Cuál es entonces el problema?
Podemos mencionar tres cosas negativas sin temor a equivocarnos:
- El nucleo del Halloween actual no ofrece nada positivo. Sin ser un argumento determinante, sí es una objeción de cierto peso. Por un lado se trata de una fiesta en la que reina el consumismo, como en tantas otras, y esto no es especialmente bueno para el ser humano. Es cierto que también tenemos otras expresiones festivas neutras en cuanto a sus enseñanzas y consumistas en cuanto a su explotación comercial. Sin embargo, en la noche de Halloween se da una característica especial que la sitúa un paso más allá, ya que existe una especie de permiso a la transgresión que genera comportamientos que serían negativos en cualquier otro momento del año. Es común en este contexto halloweeniano que niños reprendan e incluso arrojen huevos a las fachadas de las casas que no abren la puerta, y nadie objeta nada. Excepto el inquilino, claro. El anonimato que dan las mascaras y las ganas de dar miedo dan lugar en ocasiones a comportamientos groseros, provocativos y desninhibidos a pie de calle.
Ni siquiera en las celebraciones más puramente familiares e infantiles encontramos una enseñanza positiva en el Halloween actual.

- La celebración mundana nos puede deslizar a la esotérica., Aunque esto no se da en la mayoría de las expresiones festivas de Halloween, se trata de un peligro real cada vez más frecuente. Sobre todo en ambientes adolescentes, en los que no es raro que se acabe haciendo, por ejemplo, una sesión de espiritismo para dotar de más emoción a la cosa, sin ser conscientes del peligro que ello conlleva.

- Está fagocitando la importantísima fiesta de Todos los Santos. Este es el mayor de los problemas para los católicos. Aunque en la génesis de Halloween pueda estar la víspera de Todos los Santos (All hollows even), hoy día es una tradición que no conserva nada de ello, celebrando más lo oscuro, lo terrorífico, la muerte. Esta oscuridad eclipsa la verdadera luz de la fiesta del 1 de Noviembre.
Se hace necesario preservar la esencia del día de Todos los Santos, que nos pone en perspectiva de nuestro verdadero destino: el cielo. Y para ello hay que empezar a celebrarla ya en su víspera, poniendo más peso en la celebración del cielo que en la del miedo...

Aprovechando una circunstancia singular
No obstante, la disposición de Halloween produce una peculiar circunstancia en nuestro calendario, como una curiosa alineación de astros en la galaxia: quedan unidas en tres días consecutivos las tres realidades que esperan al hombre tras la muerte:
Halloween (infierno) - Todos los Santos (cielo) - Fieles difuntos (purgatorio)
Y se trata por tanto de una fantástica oportunidad refrescar estas realidades tantas veces olvidadas, y para hablar pausadamente con nuestros hijos sobre ello.
Podremos así llenar de signos cada una de estos días de forma que tomen fuerza en nuestra mente estas realidades existentes tras el telón del mundo físico. Sin olvidar que al ser diferentes deben ser vividas de una forma también específica:
  • Halloween - Infierno: es una realidad última que no se celebra, pero que es bueno tener muy presente.
  • Todos los Santos - Cielo: es una realidad que se celebra con alegría, sabiendo que es el lugar que Dios quiere para nosotros
  • Fieles difuntos - Purgatorio: es una realidad que se celebra con esperanza, rezando por aquellos que están aún en proceso de entrar en el cielo.
Además de esta oportunidad escatológica, y de los signos que a nivel familiar queramos vivir estos días, existen estupendas alternativas para dar vivir la noche del 31 de octubre de una forma diferente. La mejor de todas ellas es la cada vez más popular "Holywins" (lo santo vence), promovida en muchas parroquias ya, y en la que el disfraz, los dulces y el juego también están presentes, pero poniendo el peso en la alegría del cielo y la luz de los Santos.

viernes, 8 de julio de 2016

Que alguien les dé un premio, pero ya


Hay cosas en este mundo que claman al cielo por injustas. Y luego hay cosas que no tienen ni pies ni cabeza.
Lo que os quiero contar clama al cielo y además no tiene ni pies ni cabeza, con lo cual cumple los requisitos de lo extraordinariamente insólito. Me explico:
A lo largo de la historia ha habido personas que han construido mundos enteros en su imaginación. Han levantado universos en la mente de una riqueza y complejidad tal que podíamos perdernos en ellos como si viviéramos otra vida. Como si respirásemos aire real en una dimensión paralela, solo dentro de nuestra cabeza.
Ocurrió así con Lewis Carrol y aquel mundo de las maravillas visitado por Alicia. O con Michael Ende y su exuberante Fantasía de "La historia interminable", tan detalladamente descrito que casi lo podías oler y sentir.
Ocurrió también con C.S.Lewis en sus "Crónicas de Narnia" donde relacionaba este mundo y otro de una forma que al final no parecían estar tan desconectados.
De la misma forma J.R.R.Tolkien y su universo hipnótico de la Tierra Media ha habitado millones de mentes, creando incluso nuevos idiomas, mitologías, geografías y religiones. Todo un universo dentro de otro universo.
En el terreno cinematográfico existe la saga Star Wars, surgida de la mente de George Lucas, y que ha fascinado a tantas generaciones. Con sus criaturas multiformes y sus caballeros Jedi, una suerte de monjes interestelares que profesan una religión en torno a la Fuerza, en la que nos movemos, vivimos y existimos (...suena familiar).
Tantos y tantos ejemplos que han alimentado nuestra mente con paisajes de una riqueza, textura y olor casi reales.
Al final, todos estos autores han recibido el reconocimiento de la historia, con premios, galardones o con la admiración profunda de millones de personas.

Con esta prolífica herencia, me atrevo a asegurar que en la actualidad existe un alarde de imaginación de tal magnitud que ha logrado trascender los límites de la realidad, e incluso difuminarlos, pero sin el reconocimiento merecido. Y además, no son muchas las personas conscientes del mérito creativo que conlleva. Se trata del universo creado por la Ideología de Género.
Esta corriente ha creado una nueva cosmovisión del ser humano, un universo en el que brilla la afirmación del yo sobre todo límite, incluso sobre la realidad. Que huye de todo sufrimiento y busca toda expresión de placer. Donde te lleve esta huida/búsqueda, ahí está tu yo. Ha creado criaturas fantásticas que antes ni podíamos soñar. Y nadie se lo ha reconocido todavía.
Su esencia es evocadora: no somos lo que somos, sino lo que nuestros sentimientos nos dicten, y el límite es nuestra imaginación. Se trata de una dimensión nueva en la que tú y yo podemos participar, en la que tú y yo podemos crear.
Y la descripción se queda corta, porque lo realmente mágico es que podemos convertirnos en cualquier criatura de una nueva mitología. Si en la cultura griega tenían al unicornio, ahora tenemos al pansexual. Frente al centauro, las sirenas o los grifos ahora los bigenero, asexuales, poliamorosos,... Puedes leer aquí un diccionario sobre las nuevas categorías sexuales.

Por supuesto que siempre ha existido la homosexualidad entendida como atracción por el mismo sexo. Otro tema, en el que no entro aquí, es si se trata de algo normal, como ser rubio o moreno, delgado o gordo, o se trata de un desajuste respecto a la biología. Si uno nace o se hace homosexual.
Por supuesto que siempre ha existido la llamada disforia de género: personas que se han sentido prisioneros en un cuerpo que no es el suyo, cuya identidad sexual no correspondía con su identidad biológica. Otra cosa, en el que tampoco entro aquí, es ver cuales son las posibles causas de este desajuste (esta vez es unánime el desajuste) y cómo ponerle solución: tratar la parte biológica-objetiva mediante cirujía, o la parte psicológica-subjetiva. Aunque hoy pareciese clara la opción, no lo está tanto(1).
Estas dos realidades (homosexualidad, disforia de género) siempre han existido, y el Universo de Género se ancla a ellas, como un arpón a una ballena, para acceder a este mundo. Y una vez aquí, utilizando como catalizador la construcción mental de la propia identidad por encima de cualquier límite social-biológico, explosiona en sus múltiples expresiones. Y se mezcla entre nosotros.
De esta forma, dicha catedral de la imaginación poblada por entidades fabulosas, dicho edificio de paredes semitransparentes, levantado en apenas 50 años, ha traspasado el mundo de la fantasía, y ha aterrizado en la misma realidad.
Los grandes universos de fantasía permanecen en la mente, pero nunca habían traspasado la barrera inmaterial del mundo real. Sin embargo, el Universo del Género ha creado realidades en este lado, donde antes no las había. Y ha hundido sus raíces tan profundo que su ADN etéreo se ha mezclado en el tejido de la realidad, y muchos ya no dudan de su verdadera naturaleza real. Tan profundo que incluso dentro de las tradiciones científicas, que estudian las leyes de lo real, han surgido adeptos que apoyan y creen su epopeya mitológica como si obedeciese a leyes físicas y biológicas, creando "ciencia" sobre palillos en el aire. Y así vemos estudios psicológicos sobre realidades que no existen, universidades que investigan sobre lo fantástico, médicos que eliminan patologías bajo la dictadura de la discriminación y el sufrimiento de los inocentes.

Ciertamente, alguien debería darles un premio, pero ya. Su logro, sin parangón en la historia, merece un reconocimiento en el campo de la literatura fantástica, la creación artística o la arquitectura del pensamiento, donde la invención de la propia identidad pasa por encima de todo y sobrepasa todos los límites.

No obstante, reconozco que hay algún obstáculo para ello. A diferencia de los casos mencionados al inicio, no podemos poner un nombre al autor. Quizás podemos citar alguno, pero su contribución no iría más allá que la de ser una semilla o un simple combustible para la llama: Frederik Engels(2), Alfred Kinsey(3), John Money(4), diversos colectivos de gays-lesbianas-transexuales-bisexuales, ciertos organismos de la ONU, gobiernos visionarios, artistas varios,...
De la misma forma, tampoco podemos encuadrar este cosmos en una disciplina artística concreta, porque trasciende a todas ellas: existen multitud de creaciones literarias, ensayos "científicos", obras cinematográficas o de teatro, pinturas, esculturas, guiñoles y performances varias. Es apabullante, toda una explosión multicolor.

Ahora bien, si tuviéramos que elegir un género para este premio, curiosamente eso sí que estaría claro, aunque quede redundante: el género del Universo del Género es el género fantástico.

Por eso, cuando las entidades de este firmamento imaginario traspasan la frontera de la realidad y se mezclan con nosotros, hay ciertas consecuencias y peajes que han de pagarse. Tan profundamente se ha insertado en nuestros globos oculares que la visión de la realidad se ha llenado de confusión, dificultando la distinción de lo real y lo inventado. Y la confusión, aunque vestida de una euforia de la auto-afirmación, genera no poco sufrimiento.
Separar lo real y lo mitológico de una persona se está haciendo cada vez más difícil. Y esta miopía de la realidad se da de una forma especialmente dramática en los niños, ya que creyendo descubrirles una realidad que estaba velada, se les ofrecen unas "realidades" que constituyen un velo.
Se les hace creer que viven en un mundo donde pueden convertirse en seres de otro mundo, con poderes que sobrepasan la misma naturaleza, con cuerpos tuneados como auténticos ciborgs biológicos. Se les asegura que pueden decidir ser lo que quieran y sientan, cuando todavía están en proceso de entender por qué no pueden comer tantas chuches, por qué tienen que estudiar o esforzarse, cómo deben mostrarse a los demás, o la diferencia entre el bien y el mal. Es como hacer creer a un niño que puede volar y ponerle frente a una ventana abierta.

No todo podían ser cosas buenas en este Universo lleno de fulgurantes constelaciones, brillantes galaxias y habitantes de fantasía.
Muchas personas, conscientes hoy de estas consecuencias en nuestra comprensión del ser humano, rechazan el Universo del Género y sus teorías.
Yo solo puedo decir una cosa: que alguien les dé un premio, pero ya. Sin duda lo merecen... Pero por Dios, que nadie diga que hablan de la realidad.

Referencias:
[1]: La Universidad Johns Hopkins, pionera en las operaciones de cambio de sexo (hoy llamadas reasignación de género), se replantea la solución y deja de practicar dichas operaciones tras realizar profunda investigación. Puedes leer el interesantísimo artículo que Paul R. McHugh, Catedrático de Servicios Distinguidos en Psiquiatría en dicha la Universidad, escribe en FirstThings.com aquí (en su versión original) o aquí (en su traducción al español).

[2]: Frederik Engels, en su obra "El Origen de la Familia, Propiedad y Estado" (1884), señala que el primer antagonismo de clases de la historia se da entre el hombre y la mujer unidos en matrimonio monógamo.

[3]: El Dr. Alfred Kinsey, biólogo y sexólogo, fue uno de los pioneros de la investigación sexual humana en Estados Unidos. A través de sus tratados sobre el comportamiento sexual del hombre y la mujer se ha ganado un buen nombre en la historia, y su legado tiende erróneamente a reducirse a sus contribuciones para relajar la visión social sobre la homosexualidad y los comportamientos sexuales. Pero pocos leen la obra completa de Kinsey y reparan en ciertos conceptos muy peligrosos como la justificación de la pedofilia y el incesto, ni en los aberrantes métodos para la obtención de sus datos.

[4]: Leer La realidad estremecedora del caso de John Money

viernes, 24 de junio de 2016

El voto cristiano, ¿debe siempre ser cristiano? (parte 2)

Hace un tiempo, tras las pasadas elecciones generales de Diciembre de 2015, escribí una entrada en este blog titulada "El voto cristiano, ¿debe ser siempre cristiano?" (puedes leerla aquí).
En ella disertaba sobre la dualidad voto útil - voto en conciencia.
Ha pasado un tiempo y las elecciones se han vuelto a repetir ante la imposibilidad de formar gobierno, por lo que vamos a tener una especie de flash-back político, algo inédito en España.

¿Se aproxima un cristiano de la misma forma ahora que en las elecciones de diciembre? ¿Existe alguna diferencia entre las pasadas elecciones y los inminentes comicios?
Desde luego, ahora es más patente la posibilidad de gobierno por parte de los partidos que aglutinan una sentimiento más anti-cristiano, de los que tienen una concepción del hombre en las antípodas de la cristiana.
Al principio puede parecer que hacen propuestas sensatas en algunos aspectos, pero al final, la concepción del hombre es tan distinta que sus diferentes antropologías son irreconciliables: no es lo mismo pensar que el ser humano es finito pero las ideologías perduran por generaciones, que pensar que las ideologías, por muchas generaciones que duren, no son nada frente a la eternidad de existencia que espera al ser humano.
Me encuentro en una estancia política que está en penumbra. Una estancia que los políticos no iluminan porque no se explican claramente. Porque dicen medias verdades queriendo contentar a unos y otros en la búsqueda de más cuota de mercado: unos se ponen un sello social-demócrata mientras otros se cubren con un manto arcoiris, al tiempo que se acusan de incoherencia y falsedad. Con este panorama, intentando poner algo de luz en la pequeña estancia, comparto dos hallazgos que me han parecido sorprendentes, a modo de reflexión:

Reflexión 1 - La dispersión del voto cristiano
Es habitual que los cristianos que ejercen el voto útil reprochen a los cristianos que ejercen el voto en conciencia lo inútil e irresponsable de su elección. Como si fuesen el mayor obstáculo para frenar un mal proveniente del mismo Mordor.
Sin embargo, hace unos días la revista Vida Nueva publicaba una encuesta que me sorprendió mucho, porque mostraba como que la dispersión del voto de los cristianos va más allá de la logica "voto útil/voto en conciencia"... internándose en la ciencia ficción más imaginativa:
  • el 39,8% respaldaría al partido de Mariano Rajoy el próximo 26 de junio
  • el 23,8% se decantaría por los socialistas
  • el 15,5% por el partido de Albert Rivera
  • un 14% por la coalición Unidos Podemos.
Cada porcentaje representa cientos de miles de votos. El voto "en conciencia", representado por pequeños partidos no aparece siquiera representado. Por eso resulta casi delirante que los que votan "útil" se enfaden con el 0,x% que votan "conciencia" y les responsabilicen indirectamente del auge de la política no-cristiana y radical.

Reflexión 2 - El análisis de la situación actual
El obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, siempre ofrece reflexiones tan cargadas de sentido común que caen a plomo sobre nuestras conciencias, emitiendo una luz que llena de claridad la mente.
A principios de mes, en su programa "Sexto Continente" de Radio María, hizo unas reflexiones muy interesantes sobre las nuevas elecciones y la forma en que un cristiano se aproxima a ellas.
En ellas afirmaba que "Si se recurre al mal menor ha de ser algo 'excepcional'. No puede ser la fórmula habitual de presencia en la vida pública de un católico", ya que "si el recurso al mal menor es habitual, termina siendo algo perverso".
No obstante, ante la pregunta de un oyente se preguntaba si las actuales elecciones no podían interpretarse de forma diferente a las anteriores: "En este caso, esa excepcionalidad, ¿se da o no se da?"
Su exposición es sencilla y llena de sentido común. Como siempre muy interesante.
Escúchalo aquí:



Pero no lo olvides: no confundas el blanco de tus enfados ni en quién recae la responsabilidad de los acontecimientos.


viernes, 5 de febrero de 2016

El voto cristiano, ¿debe siempre ser cristiano?

Todavía no ha desaparecido mi dolor de cabeza tras las pasadas elecciones generales, mientras los partidos siguen hablando e intentando llegar a un acuerdo que les permita hacer una carambola a 3 bandas (o 5) para llegar al gobierno.
Tras esta larga, muy larga frase inicial, vuelvo mi vista atrás y recuerdo la encrucijada ante la que me encontré antes de decidir mi voto. Supongo que se trata de una lucha interna que todo creyente tiene en mayor o menor medida.
Ante unas elecciones, un cristiano sabe que debe votar para cumplir con su responsabilidad como ciudadano. Y en España tiene, hoy por hoy, dos opciones:
1 - voto "en conciencia". Se trata de buscar el partido que represente la forma cristiana de ver el mundo, y si existe, votarlo. 
2 - voto del "mal menor". Se trata de identificar al partido que menos represente la visión cristiana, y si representa una amenaza seria, votar al partido que pueda obstaculizarle más en su camino al poder.

Aquellos días surgió en mi mente un desgastado tablero de ajedrez, marcado con pequeñas muescas de batallas pasadas. Sobre él se fueron situando las piezas de ajedrez. Cada una en su casilla inicial. Y cuando todo estaba preparado, comencé una partida estableciendo una especie de diálogo interno, un tanto bipolar, en el que me esforcé al máximo por encontrar las mejores jugadas de cada bando. Los mejores argumentos de cada opción.
Es el mismo ritual que sigo con cierta frecuencia, el mismo tablero en el que suelo dirimir partidas interminables sobre tantos asuntos. Intentando obtener como resultado una conclusión sólida, una opinión bien formada, . A veces, en medio de una batalla me quedo en punto muerto durante meses y luego, de repente, un día se me ocurre una nueva aproximación que  me permite avanzar. Algunas partidas, tras largos años, todavía siguen en juego y con las espadas en alto.
Pero en el caso que nos ocupa, ante las dos alternativas que me planteaban los comicios electorales, fui planteando argumentos y contra-argumentos, y las fichas se pusieron en movimiento:

Ranil Amarasuriya CC (on Flickr)
Argumento 1 "mal menor": el voto cristiano en conciencia es inútil porque es tan minoritario que no consigue representación alguna y cae en saco roto.

Contra-argumento: eso es así porque la mayoría de cristianos votan "mal menor", pero no tendría por qué serlo. En realidad se trata de un argumento algo cínico: quejarse de una situación que uno mismo propicia, como si fuese algo totalmente ajeno a uno mismo.
Es como tirar una cáscara de plátano al suelo y luego decir: "es una pena que haya tantas cáscaras de plátano por el suelo".

Argumento 2 "mal menor": Si no votas "mal menor", estás propiciando el mal mayor.

Contra-argumento: Hay que tener una cosa clara: votar en conciencia nunca es votar al "mal mayor". Si finalmente gobierna el "mal mayor", el motivo no es que haya gente que votó "en conciencia", sino que mucha gente votó "mal mayor" y lo han puesto en situación de gobernar.
Yendo algo más allá: en las últimas elecciones generales, al partido ganador cada escaño le costó 58.664 votos. El voto en conciencia cristiano, que no consiguió ningún escaño, totalizó 57.753. Aunque todos hubieran votado "mal menor", este no habría conseguido ni un escaño más.
En sentido contrario sí que existe el impacto: si más personas hubieran votado "en conciencia", esta opción sí hubiera podido sacar escaño propio, y por tanto se hubiera conseguido una presencia real con voz diferente en el panorama político.
Conclusión: el impacto negativo del voto "en conciencia", incluso en el peor de los casos es nulo o casi nulo.

Argumento 3 "mal menor": Existen varios grados de mal, y cuando el "mal mayor" es grande y tiene posibilidades de gobernar, hay que intentar frenarlo aunque sea votando un mal menor.

Contra-argumento: Este argumento sí que parece cierto, aunque quizás no es válido siempre. Todo depende de la naturaleza del "mal menor" y de si éxiste un "bien". ¿Votaríamos cualquier "mal menor" para detener un "mal mayor"? ¿Y si además existe la posibilidad de votar un bien? 
¿Qué mínimos debería cumplir un mal menor para ser votado con la conciencia tranquila? Todo depende de donde sitúes tu linea roja.
¿Y cuál es esa linea roja que ha de cruzar el "mal menor" para que no podamos votarlo? Esa linea la debe situar cada uno en conciencia, pero hay que tener en cuenta que votar un "mal menor" me hace directamente responsable del mal menor causado. Y hay que valorar el calibre de dicho mal. 
Cuando se trata de propiciar leyes que permiten acabar con vidas humanas y que además tratan este acto como un derecho (ya sea en sus primeras etapas (aborto) o en las últimas (eutanasia), o cuando se trata de propiciar políticas que no protegen la familia fundada sobre el matrimonio de hombre y mujer (matrimonio y adopción homosexual, ...), cuando se fomentan comportamientos que oscurecen el verdadero sentido de la sexualidad humana (ideología de género), cuando se fomenta el tratamiento del ser humano como un producto comercial (reproducción asistida, maternidad subrogada, vientres de alquiler, ...), cuando se apadrina el adoctrinamiento de la ideología de género en los centros escolares, ... quizás hablar de linea roja para un cristiano empiece a ser absurdo.
Si el mal directo que respalda mi voto es demasiado grande, puede que sea el momento de votar "en conciencia", si es que existe tal posibilidad. 
¿Y si el "mal menor", en muchos temas esenciales se ha convertido en el "mal mayor" pero a una velocidad más lenta? ¿tiene sentido respaldarlo?
¿Dónde está tu linea roja? ¿Qué más ha de hacer el "mal menor" para sobrepasarla?

Argumento 4 "mal menor": la misma Iglesia nos ha aconsejado votar "el mal menor" en varias ocasiones, lo que moralmente me justifica.

Contra-argumento: lo cierto es que la Iglesia nunca ha pedido el voto para ningún partido, aunque en alguna ocasión se ha referido al debate "voto útil" - "voto en conciencia". Por ejemplo, en enero de 2008, siendo presidente Rodriguez Zapatero el monseñor Martínez Camino decía: "¿El voto por el mal menor? Pues sí. O el voto por el bien mayor, que es la otra cara de la misma moneda. Del voto moral y responsable depende la democracia. No hay democracia sin moral"
En primer término, podríamos señalar que el panorama de partidos políticos era distinto entonces, ya que ni existía ningún partido que recogiera la cosmovisión cristiana, ni tampoco el PP había realizado todavía fuertes giros sobre ciertos temas sensibles. Pero yendo más a la raíz, buscando en el magisterio de la Iglesia sobre este tema encontraremos lo siguiente:
  • La encíclica Evangelium Vitae, de Juan Plablo II dice que “el aborto y la eutanasia son crímenes que ninguna ley humana puede pretender legitimar.” En el mismo documento dice que los católicos tienen una “grave y precisa obligación de oponerse” a dichas leyes. Y de un modo explícito recoge lo siguiente: “nunca es lícito participar en una campaña de opinión a favor de una ley semejante, ni darle el sufragio del propio voto.”
  • Una Nota doctrinal de la Congregación para la Doctrina de la Fe de 2002 (dirigida entonces por el Cardenal Ratzinger), que llevaba por título “sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política”, decía: “La conciencia cristiana bien formada no permite a nadie favorecer con su voto la realización de un programa político que contenga propuestas contrarias a los contenidos fundamentales de la fe y la moral.”
Mirando la evolución histórica, el "malminorismo" conduce a males siempre mayores. Se trata de un material inflamable e inestable que hay que manejar con precaución: la elección de un mal es lícita sólo cuando necesariamente hay que elegir entre varias opciones -todas ellas malas-, escogiendo entonces, y sólo entonces, la opción menos mala: el llamado “mal menor”. Pero si entre las opciones posibles hay una buena, es decir, una que no contradiga ninguna de las “exigencias éticas fundamentales e irrenunciables”, no sería lícito escoger de entre las otras (que son malas).

Quizás lo más saludable mentalmente es actuar como se piensa, porque lo contrario podría conducirnos a pensar como actuamos, o en su defecto a una bipolaridad mental en lo que todo acaba siendo relativo.

No obstante, esta batalla de argumentos y contra-argumentos ocurre en muchos cerebros en época de elecciones. Es inevitable. En algunas personas dura apenas unos segundos, sin esfuerzo ni tensión. En otras la partida se prolonga hasta que el rey contrario cae sobre el tablero. Pero hay personas en las que los pensamientos están continuamente chocando, y se suceden los ataques y defensas sin descanso. En una agotadora lucha en la que ninguno se da totalmente por vencido.
Que el fragor de la batalla no nuble tu mente, que el sudor no te oculte la verdad, y que el miedo no te paralice ante la decisión moralmente buena, que siempre existe.

martes, 20 de octubre de 2015

la homosexualidad alienígena

Cuando era pequeño recuerdo haberme hecho en algunas ocasiones una inquietante pregunta:
¿y si todos los demás habitantes de la tierra son alienígenas menos yo?
Cada persona que me cruzo por la calle, cada compañero, profesor o familiar. ¿Y si todo el mundo fuera consciente de esta situación?
Durante un rato me sentía habitante solitario en el universo. Raro, único y un poco acorralado.
Curiosa la imaginación infantil.
Hace un tiempo que reconocí de nuevo esa sensación: en el trabajo, caminando por la calle o viendo la televisión. Me ocurre siempre que se habla de la homosexualidad.
En cualquier conversación, en cualquier serie de televisión, en una película, en un debate, un reality show, un café con compañeros... en cuanto sale este tema, la piel de las personas a mi alrededor se torna sintética, de un color irreal, de un tono suavemente aceitunado. Los globos oculares de la presentadora del noticiario parecen ser un postizo que esconde detrás otros más grandes y grisáceos. Los movimientos de los contertulios televisivos empiezan a ser menos naturales, como de una especie extraña...

Como todo esto no es posible (...espero), entiendo que esto me ocurre al sentir que mis pensamientos no los comparte nadie... o casi. Una especie de sensación de aislamiento mental.
Es como si los habitantes de la tierra flotaran en una especie de enajenación global apoyada solo en argumentos sentimentales y palillos en el aire, tratando de compensar un sufrimiento injusto a través de la historia y ciertas culturas.

Hay una cosa que puedo decir sobre este tema con total seguridad:
1 - los homosexuales han de ser respetados como cualquier persona. No son peores ni mejores que cualquier otro ser humano debido a su condición.

Pero también puedo decir algunas otras cosas con certeza:
2- El respeto profundo a una persona no implica estar de acuerdo con ella. El respeto nace de la dignidad que todo ser humano atesora en su esencia. Sin embargo, no estoy de acuerdo con todo lo que predica el "mundo gay"

3- El ser humano tiene dos modos de existir: hombre o mujer. Así es la especie humana. Iguales en dignidad y en derechos, pero diferentes en muchas cosas. La diferencia la percibe el sentido común con un simple vistazo. Y se hace evidente al estudiar al ser humano biológica y fisiológicamente. Cuanto más profundamente estudiado, más profundamente evidente. Diferentes en el funcionamiento interno, en el juego de hormonas que regula el metabolismo, en la formación cerebral, y por tanto en patrones de comportamiento derivados de la biología. Somos por tanto profunda y perfectamente complementarios. Es como si hubieran partido en dos piezas de puzzle una misma cosa. Y estas piezas encajan en todos sus elementos. Los más externamente visibles y los más escondidos.

4- La homosexualidad, tanto en tendencia como en comportamiento, no es una enfermedad. Yo diría que es un rasgo de comportamiento. Pero es un rasgo de comportamiento que enfrenta deseo sexual y realidad biológica. Busca el encuentro no con lo complementario que encaja, sino con lo igual que no encaja.

5- Diferenciar lo que es distinto, no es discriminación, sino justicia. No es lo mismo un homosexual que un heterosexual. No es lo mismo una unión heterosexual que una unión homosexual. Hay diferencias esenciales que cualquiera puede reconocer. Reducirlo todo a que son lo mismo porque en ambos casos se quieren, es como decir que un jarrón y un cenicero son lo mismo porque ambos son verdes.

6- De una unión heterosexual puede surgir una nueva vida, de una unión homosexual no puede. Es una característica esencial que deriva de la esencia natural de una unión heterosexual complementaria y capaz de generar vida. Si una pareja homosexual quiere tener un hijo, habrá de recurrir a mecanismos legales forzados. Los mecanismos naturales biológicos seguirán siendo los mismos, ya que ese niño habrá surgido igualmente de un hombre y una mujer (a través de sus respectivos gametos). El empeño de adopción por parte de parejas homosexuales es más por reclamar la igualdad frente a una realidad que es diferente (lo cual es imposible, ya que dos cosas diferentes no pueden ser iguales) que por reclamar algo que les es natural y por tanto les corresponde (lo cual no existe, porque lo que no está en mi naturaleza no puede ser exigido como tal).

7- Desear un hijo no me da derecho a él. Los hijos concebidos no son un bien de consumo aunque los deseemos profundamente. No deben ser tratados como objeto de derecho. Son un regalo. Y una vez con nosotros, ellos sí tienen derecho a lo que les corresponde por naturaleza: un padre y una madre.

8-  El sufrimiento de un colectivo en ciertas sociedades o en tiempos anteriores, debe guiarnos a tratarles con justicia, como les corresponde. Sin embargo, no debe arrastrarnos a tratarles como algo diferente a lo que son. Sería injusto para ellos primeramente y falso para toda la sociedad.

Os dejo con inquietud y con dos citas:
"¡Que tiempos estos, en los que es necesario demostrar lo evidente!" (J.I.Munilla)
"No tengo nada más que decir sobre esto" (Forrest Gump)