sábado, 20 de noviembre de 2010

Investigación sobre el Infierno

Hace unos días alguien cercano, al que considero inteligente, dijo en el fragor de una conversación: "¡pero si La Iglesia dijo hace unos años que el infierno no existe!!".
Me quedé un tanto perplejo, no por el hecho de que el infierno pudiera no existir, sino porque no podía entender de dónde había sacado esa afirmación.
"Lo dijo, lo dijo. Os lo busco si queréis", continuó. La seguridad y vehemencia de su voz hizo que mi perplejidad se transformara en colapso.
A partir de ese momento el desasosiego comenzó a crecer dentro de mí poco a poco. Estuve varios días despertándome por las noches. Sobresaltado, sudando, gritando... ¿cómo alguien inteligente podía afirmar con esa seguridad algo que era absurdo? ¿de dónde había obtenido esa información?
Esa incertidumbre creciente me devoraba por dentro, así que me decidí a investigar el por qué de este sinsentido. ¿Qué habría tras ese misterio? ¿podía desaparecer el infierno? ¿No había existido nunca? ¿existe pero está vacío? ¿quién quiere que pensemos que existe? o mejor ¿quién quiere que pensemos que no existe?
Estaba absolutamente decidido a poner luz sobre todo este asunto, aunque tuviera que desenterrar los secretos mejor guardados de la Iglesia y pusiera mi vida en peligro.
Cuando me calmé y me di cuenta de que definitivamente mi vida no estaba en peligro, comencé a bucear en la hemeroteca. Lo primero que descubrí es que en Julio de 1999, Juan Pablo II había dedicado algunas audiencias a profundizar en los conceptos del cielo, el infierno y el purgatorio. En aquellas audiencias había cosas muy interesantes, y cuando tocó hablar del infierno, el Papa se expresó con inmensa claridad:
"más que un lugar, es la separación de Dios para siempre".
"El infierno es ... una posibilidad real"
"No nos han dicho quiénes de entre los seres humanos están efectivamente implicados"
"Las imágenes utilizadas por la Biblia para presentarnos simbólicamente el infierno, como un horno en llamas o un estanque de fuego donde reina el rechinar de dientes, deben ser interpretadas correctamente. El infierno es la situación de quien se aparta de modo libre y definitivo de Dios". 
"El hombre, llamado a corresponder libremente a Dios, puede, sin embargo, rechazar definitivamente su amor y su perdón, privándose así, desgraciadamente, de la gozosa comunión con él ... Esa trágica condición es lo que se llama condenación o infierno".
Os dejo el texto completo de aquella audiencia (JuanPabloII: Audiencia 28-Julio-1999), por si queréis profundizar.
Yo ya había recibido de la Iglesia con anterioridad esta idea o concepción del Infierno, pero este concepto tan impopular e incómodo estaba explicado con una sencillez desarmante. En aquellos días, parece que estas palabras sorprendieron a mucha gente, sobre todo a no católicos. Y en los medios se interpretó como una revisión de la doctrina del infierno. Desde entonces hasta nuestros días, se ha extendido la curiosa versión de que Juan Pablo II dijo que el infierno no existía.

Parece que acababa de resolver el misterio, pero también descubrí que pasado un tiempo, el actual Papa Benedicto XVI retomó el infierno. Fue en una homilía en una parroquia de Roma (25 de marzo de 2007).
El Papa dijo:
"el infierno existe... y es eterno".
Ante la multitud de personas que habían asumido una revisión de la doctrina del infierno por parte de Juan Pablo II, ahora parecía que Benedicto XVI daba una vuelta de tuerca al asunto, y en un giro argumental digno de un capítulo de Perdidos recuperaba el infierno de la edad media. Y desde los entornos más agresivos contra la Iglesia se aprovechó el hecho para cargar las tintas contra el Papa y apoyar la falsa hipótesis de que este Papa quiere llevarnos de nuevo a las misas en latín y los modos de la inquisición. Como ejemplo, ver esta noticia publicada al día siguiente: El Pais: El papa Benedicto XVI resucita el infierno.

Pero esto no quedó aquí: al año siguiente, en una reunión con los párrocos y el clero de la diócesis de Roma (7 de Febrero de 2008), un cura le preguntó acerca del cielo, el infierno y el purgatorio. La respuesta del papa es uno de los más interesantes y bellos discursos que he leído. Habla con una claridad y amor profundísimos sobre realidades que el mundo de hoy rechaza.
Os recomiendo su lectura: Benedicto XVI: pecado, juicio, purgatorio, infierno, paraiso.
También desató reacciones adversas este discurso en muchos medios, sacando frases sueltas de aquí y de allá intentando construir un discurso antireligioso y específicamente contra el catolicismo.
Se continuó extendiendo la idea de que Benedicto XVI contradecía a Juan Pablo II. Poco a poco toda esta amalgama de análisis confusos fue instalándose en el subconsciente de muchas personas.

Con todo esto llegamos al día de hoy, en que no es extraño encontrarse con falsas e incluso delirantes afirmaciones sobre la Iglesia y su doctrina, hechas desde el desconocimiento y confusión. Una confusión producida en nosotros por toda la información incorrecta que vamos consumiendo y asimilando como cierta.
El caso del infierno mutante es un buen ejemplo de esto. Podéis comprobarlo en algunos comentarios recogidos en 2007 y 2008 en el impresionante (nunca me cansaré de decirlo) blog "La Iglesia en la Prensa":
El diablillo de "El Pais"

Os dejo también dos Semillas para la Vida sobre estos acontecimientos:

¿Existe el infierno o no? ¿Qué dicen los Papas? parte I


¿Existe el infierno o no? ¿Qué dicen los Papas? parte II

1 comentario:

  1. No sé por qué a tantas personas no creyentes les escandaliza tanto que el infierno y el demonio puedan existir, porque, de hecho, ¿quién no tiene alguna experiencia, más o menos cotidiana, de “infierno” en su vida?, o ¿quién, creyente o no, no ha vivido, al menos alguna vez, una situación de pesadilla en la que se ha encontrado como en un túnel del que parecía no poder salir jamás?. Pues yo creo que esos “infiernos” terrenales, que también existen, son pequeños anticipos del infierno eterno después de la muerte, que no es otra cosa que la ausencia definitiva y VOLUNTARIA de Dios en las personas, y destaco lo de VOLUNTARIA porque en ese estado, al que no sé si corresponderá un lugar físico tal como lo entendemos aquí en la tierra, solo estarán los que decidan libremente-haciendo uso de la libertad que en su inmensa caballerosidad Dios nos otorga- renunciar a Él, decirle: “no”. Por eso, como afirma el Papa en su discurso del 7 de febrero de 2008 que citas, Pelícano, es fácil concluir que: “tal vez no son muchos los que se han destruido así, los que son insanables para siempre, los que carecen de elemento alguno sobre el que pueda apoyarse el amor de Dios, los que no tienen en sí mismos una mínima capacidad de amar”.
    Por lo tanto, a la luz de estas premisas, creo que no cabe la idea de Dios como un justiciero carente de un mínimo ápice de compasión, cuando realmente es justo todo lo contrario. Tanto es así que por eso también existe el purgatorio después de la muerte, que no es un lugar fantasmagórico lleno de almas en pena que suelen vagar sin rumbo fijo (idea errónea también bastante extendida) sino que no es otra cosa que una posibilidad de redimirse, de limpiar aquello que aún no es puro del todo en nuestra alma cuando morimos. Es decir, una segunda oportunidad, porque ¿quién no merece una segunda oportunidad?. Algo así debió pensar Dios cuando, en su infinita misericordia, decidió que existiera el purgatorio, porque la esencia del corazón de Dios es pura misericordia y pura compasión, y por eso también existe el Cielo, el lugar en el que seguro Él desearía vernos a todos. Viene a mi mente el diálogo que tuvo Jesucristo con uno de los malhechores que estaban crucificados con él: “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino”. Y Jesús le respondió: “Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lucas 23,43).

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