lunes, 7 de junio de 2010

Bautizo y traducción simultanea

A veces hay que estar muy atentos para poder entender. Hay que exprimir la capacidad de escucha para hacer una traducción simultanea de lo que oímos y poder descifrar lo que se nos dice.
Eso es lo que me ocurrió hace un tiempo, en una comida de trabajo. Estabamos hablando sobre nuestros hijos y sus bautizos, y alguien comentó lo siguiente:
"Yo no he bautizado a mi hijo porque considero que algo tan importante no puedo decidirlo por él. Así cuando sea mayor, en su libertad podrá decidir lo que quiera".
Esta es una postura muy extendida en la actualidad porque consideramos que siempre hay que trabajar por la libertad de decisión de cada uno, sin imponer nada a nadie, y menos una religión.
Por tanto, podría parecer lógico no tomar por él esa decisión tan importante, y dejar que sea él quien lo decida en el futuro.

Yo afirmo justamente lo contrario.

¿Neutrales?
Por una parte, y antes de explicar por qué creo lo que acabo de afirmar, es importante invalidar la raíz de la idea que aquel comensal expresó: en la educación de nuestros hijos estamos llamados y obligados a adoptar las decisiones que consideremos mejores para ellos. Esto incluye elegir su ropa, cuidarles cada día como mejor sabemos, facilitarles su alimentación, elegir un colegio de acuerdo a nuestros criterios, ... Durante este tiempo lo haremos así continuamente, tomando por él las decisiones más importantes. A nadie se le ocurriría decir: "voy a esperar a que él decida a qué colegio le voy a llevar porque es muy importante para él, o mejor, se lo voy a preguntar". Y a nadie se le ocurre pensar que estamos coartando su libertad por ello. Simplemente estamos tomando las decisiones que por naturaleza conlleva la educación de los hijos. Y esta, la del bautizo, no es una excepción.
De hecho, la elección de no bautizar a nuestros hijos, lejos de ser una decisión que nos mantiene en lo neutral, constituye una decisión que tomamos por él, igual que bautizarle.

Por su libertad para elegir
Por otra parte, veamos qué es lo mejor para salvaguardar su libertad.
Hay personas que piensan que nuestra realidad se acaba en los límites de lo visible y tangible, y que no hay nada más allá. Hay otras personas que piensan que existe otro plano de existencia, el espiritual, que aunque no pueda percibirse a través de los sentidos, sí puede vivirse, de otra forma, tan como el primero.
En este último grupo de personas están los cristianos. Para un cristiano la fe baña su vida de tal forma que da un sentido y una plenitud a su existencia, y esto se convierte en el mejor regalo que se puede dar a un hijo. Este regalo, se lo ofrecemos a través de la decisión de bautizarle al inicio de su vida. Luego, en su edad adulta, y con su libertad, tendrá la oportunidad de acoger o rechazar ese regalo.
Entre los adultos, en nuestra sociedad actual, el porcentaje de personas no bautizadas que deciden bautizarse es muy bajo, ya que la sociedad en que vivimos nos aboca a una vida sin sentido de trascendencia, y puede que muchos acaben sus vidas sin tan siquiera habérselo planteado.
Por otra parte, y por el mismo motivo, el porcentaje de personas adultas bautizadas que renuncian a su fe es muy alto.
Si queremos que nuestro hijo pueda elegir en libertad, tendremos que ponerle en una situación en la que pueda optar con más facilidad por cualquiera de las dos opciones.
Parece claro que dada la naturaleza de nuestra sociedad, los adultos no bautizados y no educados en la fe tienen muy difícil acceder a ella. Sin embargo los adultos bautizados que han recibido la fe a través de su educación, tienen también a su alcance la sencilla posibilidad de renunciar a ella.

Conclusiones
Como en la totalidad de la educación de nuestros hijos, bautizarle o no hacerlo es una decisión que tomaremos por él. Y tendremos que optar:
- No bautizarle no es ser neutral, es tomar una decisión por nuestro hijo, y además le abocará muy probablemente a una incapacidad para elegir ser cristiano, al no darle la oportunidad de descubrir una fe que de otro modo muy probablemente no hallará.
- Butizarle es también tomar partido en su educación, pero le dará la oportunidad de descubrir que todo no se acaba en esta realidad, que estamos aquí para algo, que nuestra vida tiene un sentido. Cuando sea adulto, el mundo se habrá mostrado por si solo, y la fe la habrá recibido en su familia, así que podrá elegir entre las dos.
Así que cuando oigamos a alguien decir: "quiero que mi hijo elija cuando sea mayor, por eso no le bautizo", en realidad estás escuchando: "no creo en Dios o no tiene importancia para mí, y no creo que tenga que hacer a mi hijo partícipe de algo que no existe".
No tengo nada en contra de esta segunda opción si es coherente con la vida personal, pero sería de agradecer que fuese directamente pronunciada, ya que nos evitaría la confusión y el esfuerzo neuronal de tener que hacer la traducción simultanea.

3 comentarios:

  1. Conozco bien la versión para la primera comunión, es la siguiente: "Le he dejado elegir y no ha querido, yo por supuesto no le voy a obligar". Se traduce en lo mismo, pero reconozco que es mas dramático cuando el niño hace la primera (y última) comunión por tradición, por superstición, por que queda bonito o yo que sé. Es obligado a vivir un rito "vacío" porque la Fe en casa no se vive ¡que incongruencia!, y ¡que pena!. Te toca el gordo de la lotería, lo celebras ese día, y despues no te lo gastas... no lo entiendo.

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  2. Estoy completamente de acuerdo con tus dos apuntes, anónimo (por cierto, ponte un nombre al hacer comentarios, que así es más sencillo contestar). Hay por tanto cuatro opciones:
    - que mi hijo se bautice (o haga la primera comunión), y acompañar esta decisión de una educación en la fe vivida en la familia. Esta postura es coherente: lo que creo se lo entrego a mi hijo y lo intentamos vivir en familia.
    - que mi hijo se bautice (o haga la primera comunión) pero como en casa no creemos, no se vive la fe. Vaciamos de contenido un sacramento y lo reducimos a un acto social. Postura incoherente: aplico ritos de creencias que no comparto a mi hijo y tampoco las vivo en casa.
    - que mi hijo no se bautice (o no haga la primera comunión) porque en casa no somos católicos, y no tendría sentido. Postura coherente.
    - que mi hijo no se bautice (o no haga la primera comunión) diciendo que es porque queremos "que él decida de mayor" o porque "él lo ha elegido así".
    En el artículo me he centrado en esta opción, ya que me parece particularmente retorcida, utilizando un motivo (a modo de señuelo 'supercool') que no es el verdadero y que además no se cumple. Me parece sorprendente que esta opción esté tan instalada en nuestra cultura que muchas familias la adoptan de forma automática, llevados a engaño por la inercia social.

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  3. Hola pelícano,llevo un tiempo leyendo los temas que escribes y te felicito por ello y para animarte a seguir haciéndolo haré un pequeño comentario sobre bautizar a nuestros hijos.
    Hoy en día es muy difícil ser cristiano en el mundo en que vivimos y mucho más difícil educar a nuestros hijos por que todo vale.Soy católico y practicante,un día decidí(igual que muchas otras cosas importantes en su educación) bautizar a mi hija, he intentado educarle en la fe,pero ahora que es mayor de edad ha decidido seguir otro camino.Digo esto por que si no la hubiese bautizado no sé si ella lo hubiese hecho en este momento,pero siempre recuerdo lo que me dijo un cura, que la palabra que ha escuchado la lleva en el corazón, que no se la podrá quitar nadie y que Dios sabrá.

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