jueves, 10 de junio de 2010

Bajo la superficie de "Perdidos"


Hace unos años comenzó a emitirse la serie Perdidos (Lost).
El argumento narra las vidas de los supervivientes de un accidente aéreo en una isla perdida.
La serie, aparentemente, tenía dos pilares fundamentales que la hacían tremendamente adictiva:
- iba sembrando incógnitas poco a poco, de una forma sugerente y misteriosa.
- la estructura del relato utilizaba los flashbacks de una manera muy inteligente, de forma que no solo asistimos a lo que ocurre en la isla, sino que vamos conociendo a los personajes a través de sus experiencias pasadas.
Apoyado en estas dos premisas, la historia va avanzando, las vidas de los personajes se entrecruzan, la trama se complica y se acrecienta el interés. Los personajes van ganando en matices, y lo que pensamos sobre cada uno de ellos puede cambiar en el siguiente episodio.
Durante los primeros años, pensaba que a pesar de lo atractivo de la propuesta, la serie estaba condenada a fracasar. Cada vez veía más claro que la audiencia solo podía decrecer, ya que si el espectador se saltaba dos episodios, se encontraría, como los protagonistas: "perdido".
Para mi sorpresa, la expectación fue creciendo, y la legión de seguidores se mantuvo firme (sobre todo en Estados Unidos), gracias en parte a la posibilidad de poder verla por internet al ritmo y horario que eligiera. Y así, tras una primera temporada magistral, siguió una segunda de transición, una tercera y cuarta que fueron ganando paulatinamente en interés, una quinta que mantuvo la tensión, y por fin... la sexta y última.
Muchos han quedado por el camino (y me refiero a espectadores), decepcionados por tanto giro argumental y tanta fantasía desbordante, pero a mi, como a tantos otros, me cautivó desde el principio.
Pronto comencé a notar que tras el aparente entramado de misterios y catástrofes había algo que parecía respirar. Debajo de la corteza de espectáculo, entretenimiento y suspense circulaba algo. Como la savia de un árbol, que no puedes ver, pero sin la cual no podría existir.
¿Qué era aquello? Al principio me pareció curiosa y estimulante la frecuente referencia a la religión y la trascendencia, mostrando al "hombre de fe" y al "hombre de ciencia", intentando siempre buscar un equilibrio.
En la primera temporada me sorprendió una escena de confesión excepcionalmente bien resuelta, y pensé: "en una serie española esta escena hubiera servido para ridiculizar al cura o reirse de lo absurdo de la religión". La serie siguió avanzando, y empezó a llamarme la atención la cantidad de elementos religiosos que goteaban sobre la pantalla: algunos personajes rezaban (Rose), otros habían sido monaguillos (Charlie), se incorpora a la trama un sacerdote nigeriano (Eko), ... Ciertos episodios tenían nombres bíblicos ("Éxodo", "Números", "El Salmo 23", ). Todo parecía ir tomando forma cuando reparé en el origen bíblico de algunos personajes: Jacob, Benjamin, Aaron, ...
Sí, había algo que no era evidente a primera vista, ni siquiera para muchos seguidores, pero que estaba fluyendo bajo la superficie.
Investigué sobre los creadores de la serie, Damon lindelof y Carlton Cuse, y descubrí que decían abiertamente:
"la serie es un reflejo de nuestras creencias."
Cuse es católico y Lindelof judío, aunque en un viaje a Roma hace unos años declaró:
“Mi padre era ateo, mi madre hebrea. He crecido sin comprender bien cual era mi destino religioso. Más adelante, encontré a mi mujer, que es una católica ferviente, y he comenzado a acercarme a los principios de esta fe. “Lost” refleja un poco el viaje espiritual de fe y esperanza que he realizado.”

Han pasado seis años, y a muchos les ha decepcionado e irritado el final de la serie, cargado de simbología religiosa, específicamente católica. Por si fuera poco, todo concluye con muchas incógnitas por resolver sobre la isla y los personajes. Pero al fin y al cabo, parece que la serie no trataba de eso, sino de aquello que fluía bajo la corteza. Todo se revela como una excusa para hablar del destino y la libertad, del amor y la muerte, de la ciencia y la fe, del sacrificio y de la redención. En una entrevista concedida al New York Times, los autores hablaban de todo ello:
"Si hay una palabra a la que volvemos siempre, esa es 'redención'. Es la idea de que todos tenemos algo de lo que redimirnos y de que esa redención no viene de otro sitio que nuestro interior. Pero para redimirte, solo lo puedes hacer a través de una comunidad."

Todo esto hace de esta serie algo muy particular, ya que entretiene, da espectáculo y no renuncia a hablar de los temas importantes de nuestra existencia. Tal vez por eso tantos se han visto arrastrados durante varios años, sin saber que seguían esa respiración que había debajo. Perdidos pero arrastrados.
Así que os animo, si no la habéis visto, a recuperar esta magnífica y sugerente historia. Eso sí, os arriesgáis a acabar decepcionados, enfadados o estafados... pero tampoco renuncieis, como yo, a acabar fascinados.
Porque los que hemos degustado el trasfondo trascendente podemos entender mejor que nadie un final en el que, tal como aclaran sus creadores:
"Se resuelve lo esencial, lo que atañe al corazón del ser humano, al significado y al valor de su vida y a su capacidad de ser salvados."

Os dejo, como epílogo personal, este fragmento del capítulo 10 de la 2ª temporada (Salmo 23):



Referencias:
La Iglesia en la Prensa - Mas sobre Lost
ACI Prensa - Final de la serie Lost sorprende a seguidores con lectura católica
La Razón - De Perdidos al Cielo
Scriptor.org - Decepción anunciada para el final de "Lost" (Perdidos)
El Pais - Agridulde final de Perdidos
El Pais - Diez escenas clave de Perdidos
The New York Times - The men who made ABC "Lost" last

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